María Sabina (1894-1985), legendaria curandera y chamán originaria de Huautla de Jiménez, Oaxaca. Veía a los hongos alucinógenos como entidades sacras, dignas de veneración y el más absoluto de los respetos. Según Sabina, los hongos, a los que bautizó como "Niños Santos", tenían la capacidad de guiarla de la mano hacia un mundo donde todo podía saberse, un lugar que describía como parlante, con un lenguaje propio que ella podía comprender.Aunque nunca fue su intención, el conocimiento empírico de María Sabina sobre las propiedades de los hongos trascendió fronteras cuando el banquero y aficionado al estudio de la etnobotánica, Robert Gordon Wasson, documentó sus rituales en la Sierra Madre del Sur, llevándola al reconocimiento internacional como pionera en el uso medicinal y espiritual de los hongos.Décadas después de que se difundiera sobre María Sabina, la ciencia comenzó a explorar los efectos terapéuticos de los hongos alucinógenos más allá de sus efectos alucinógenos. Un componente activo clave en los hongos es la psilocibina, —estudiado como una alternativa prometedora en el tratamiento de la depresión severa, especialmente en casos resistentes a los tratamientos tradicionales—.En un estudio publicado en la revista especializada, The Lancet Psychiatry, se expuso que la psilocibina, al activar receptores de serotonina en el cerebro, no solo inducía a alucinaciones y estados introspectivos, sino que también podía restaurar el equilibrio emocional en personas con trastornos depresivos. Este neurotransmisor, crucial para regular emociones como la ira, el sueño y el estrés, tenía un impacto directo en el manejo de la depresión.Por su parte, acorde a un estudio llevado a cabo por el Imperial College London en doce pacientes diagnosticados con depresión clínica severa (quienes ya habían luchado sin éxito contra la enfermedad durante un promedio de casi dieciocho años). Los pacientes recibieron una dosis alta de psilocibina, acompañados de música clásica durante una experiencia psicodélica que duró casi seis horas.¿Los resultados? La mayoría de los pacientes experimentó una reducción rápida en sus síntomas depresivos. Además, los efectos secundarios, como ansiedad, náuseas y dolores de cabeza, fueron mínimos y transitorios. Según el profesor y experto en neuropsicofarmacología, David Nutt, la sustancia había actuado como un "lubricante mental", desbloqueando pensamientos autocríticos y negativos típicos de la depresión. Lo que María Sabina percibía en los “Niños Santos” como un puente hacia mundos sagrados, al lenguaje más íntimo con la naturaleza, se revela en los último estudios como una herramienta potencial para la medicina moderna. Mantente al día con las noticias, únete a nuestro canal de WhatsApp.AO