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Putin nos mete a otra era: la “nueva Guerra Fría”

Así como en los últimos meses de 1989, con el derrumbe del Muro de Berlín el mundo cambió, hoy también lo está haciendo.

Terminó entonces una era que había comenzado tras la Segunda Guerra Mundial, la de la llamada “Guerra Fría”, y comenzaba otra etapa que parecía ya irreversible y que algunos pensaban que era para siempre.

En 1989 y 1990 el régimen comunista de la Unión Soviética se había desintegrado y por lo tanto la rivalidad estratégica con los Estados Unidos llegó a su fin.

Durante el tiempo que prevaleció la Guerra Fría vivimos bajo la amenaza de un conflicto que amenazaba al mundo entero: una guerra nuclear entre las dos superpotencias.

A partir de 1989, parecía haberse llegado a un momento en el cual esa amenaza finalmente estaba desterrada.

Durante casi medio siglo el mundo se movió en función del conflicto entre los dos sistemas y ese hecho le dio forma a nuestra vida social.

Se presentó en aquellos años desde la persecución de artistas e intelectuales en Estados Unidos durante la época del llamado “macartismo” hasta el derrocamiento de gobiernos democráticos, propiciada por la intervención norteamericana en América Latina, sin dejar de mencionar conflictos tan críticos y trascendentes como por ejemplo las guerras de Corea o Vietnam. O la crisis de los misiles de Cuba que puso al mundo al borde de la confrontación nuclear.

Hoy estamos terminando esa etapa que comenzó en 1989 y que nos hizo pensar que la amenaza nuclear se había ido para siempre.

La “nueva Guerra Fría” no revive la confrontación entre el capitalismo y el comunismo. Eso ya quedó para la historia.

Ahora pareciera marcada por el regreso a los afanes imperiales de Rusia, con el respaldo de China como gran potencia económica.

El país que gobierna Putin es mediano en lo económico. El valor de su PIB es de apenas 1.5 billones de dólares. Una cifra inferior, por ejemplo, al de Italia, que es de 1.8 billones. Es la treceava parte del de Estados Unidos.

Pese a ello, Rusia sí es una potencia militar y además, amenazante.

Ya advirtió a Finlandia y Suecia que de ingresar a la OTAN podría haber consecuencias militares graves para ellos.

En esta reconfiguración del mundo derivada de la invasión rusa a Ucrania, China pareciera haber dado respaldo tácito a las acciones de Putin.

Es explicable, pues la potencia asiática, que será la mayor economía del mundo en esta década, sigue visualizando a Estados Unidos como un contendiente estratégico y el fortalecimiento militar de Rusia le conviene.

Probablemente China no intervenga de manera directa en ningún conflicto militar, pero es posible que le ofrezca salidas a Rusia ante la sanciones económicas que podrían debilitar y eventualmente destruir el gobierno de Putin.

México tiene un gran dilema. La inclinación de AMLO es tratar de mantenerse en una posición neutral. Sin embargo, nuestra estrecha relación con EU nos obligará a alinearnos con los norteamericanos en esta nueva etapa.

Esperemos que hoy no haya titubeos que nos costarían muy caros.

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