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La Nueva Escuela de la opacidad y el desacato

La polémica por los libros de texto gratuito para las niñas y los niños del país que diseñó en total opacidad el Gobierno de la 4T bajo el lema de la Nueva Escuela Mexicana, además de convertirse en un nuevo episodio de desacato del Presidente a un fallo del Poder Judicial, será uno de los capítulos finales de la regresión que en materia educativa se tendrá en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. 

Hasta los educadores y educadoras de avanzada y de izquierda, que en su momento apoyaron a AMLO para llegar a la Presidencia, y que están de acuerdo en los proyectos integradores que fusionan los saberes de distintas materias y eliminan los libros monotemáticos, cuestionan que la definición de los contenidos de la nueva familia de libros de texto no se hubiera socializado con maestros, expertos y padres de familia, y que el proceso se haya reservado a su publicidad los próximos cinco años. Consideran que por esta cerrazón y opacidad, las y los docentes no llegarán al curso escolar que arranca este 28 de agosto con la preparación requerida para echar a andar un modelo tan autogestivo, que bien implementado, podría modernizar, enriquecer y mejorar los niveles educativos del país.

Del otro lado están los sectores más reacios a estos cambios, como la Unión Nacional de Padres de Familia, que tradicionalmente se ha opuesto a contenidos de tipo sexual e inclusivos, y que ahora cuestiona también las dosis “doctrinarias e ideológicas” que, efectivamente, contienen estos nuevos libros a favor del actual régimen. Aunque esta y otras organizaciones obtuvieron un amparo de un Juzgado de Distrito para evitar su distribución porque no se discutió su contenido, tanto la titular de la Secretaría de Educación Pública, Leticia Ramírez, como el Presidente, aseguraron que la distribución no se detendrá, agregando a su ya larga lista otro desacato más.

El desaseo con el que se renovaron los contenidos de estos libros de texto, que en el fondo pudo y puede ser parcialmente positivo, quedará manchado por este nuevo rasgo autoritario de la 4T, que comprueba que la educación no fue prioridad, ni en la narrativa mañanera.

Además de los tres cambios de titulares de la SEP (primero Estaban Moctezuma, luego Delfina Reyes y hace casi una año la cuestionada Leticia Ramírez, que tenía más de tres décadas fuera del ámbito educativo), el Gobierno de la 4T cumplió con desmantelar la reforma educativa del pasado sexenio, más para cumplir compromisos político-electorales con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el sector más radical y retrógrado del magisterio mexicano, que por hacer una auténtica corrección a las deficiencias que ciertamente presentaba la propuesta peñista.

No sólo le regreso a la CNTE canonjías, sino le dio al menos 40 diputaciones federales, le regresó el control de las escuelas y sus presupuestos que manejan a su antojo, pero lo más grave, les concedió ya no evaluarlos, al desaparecer el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) por el que desde la sociedad civil se luchó por años con el anhelo de salir de los sótanos de los niveles educativos que con la 4T no será.

jbarrera4r@gmail.com

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