Bid adieu
Quiero agradecer y buscar acaso que permanezca en algún archivo de hemeroteca física y digital, el recuerdo siempre vivo de la generosa oferta de trabajo que me hizo Don Carlos Álvarez del Castillo al invitarme y animarme a estar, muy junta y no revuelta, de uno de los oficios que más respeto, el periodismo. Me gustaría dar las gracias también y con el mismo respeto a Juan Carlos Álvarez del Castillo Barragán quien comprometido con su herencia, ha enfrentado tiempos dificilísimos para el mundo y para el periodismo. Desde donde esté, seré siempre su aliada.
Quien me conoce, sabe que uno de mis más profundos orgullos, ha sido ser parte de El Informador Diario Independiente, que hasta hace poco dejó de estar en Independencia 300, pero que sigue llegando a cada hogar donde hay un romántico lector o un aficionado a la acumulación. Durante los años que me permitieron escribir mi opinión, he podido hablar/escribir de mis pasiones, de los miedos comunes y colectivos, de nuestra tan quisquillosa sociedad, del dolor propio (entre líneas) y el del pueblo. De lo que vi como artista y como espectadora tras bambalinas y sentada desde la comodidad de una butaca. De lo que mis colegas músicos, padecían, de lo que adolecían los pintores, además de la silenciosa navaja de la ignorancia por la que sangra el teatro, la ópera. Durante estos años, y cada semana, debo confesar que siempre me sentí —dirían los creyentes— bendecida al sentarme a escribir. No sabía —y eso también se lo debo al diario— qué tanto lo necesitaba. Dicen por ahí que en realidad, a quien escribe lo define lo que dice pero también lo que no publica o calla. Y es que se queda uno con tanto por decir, tanto por compartir, tanto por expresar. Algunas cosas pareciera que es mejor ignorarlas y voltear hacia otro lado como sucede con tanta corrupción, tanta línea que se tira por ahí, tanto descaro y tanta petulancia. Pero todo queda dentro de uno, es imposible en verdad voltear la otra mejilla cuando los rapaces líderes políticos se quedan con todo y suavemente nos empujan hacia un moderno y endulzado fascismo.
Javier Marías en todas sus novelas remueve el alma desde lo más profundo al preguntar a través de sus muchos y bellísimos personajes, ¿qué parte de lo que no sucedió nos completa? Esta columna no sucederá más pero me gustaría agradecer el paso y el cruce de caminos y caminantes que se generaron a partir de ser parte del periódico.
Sobre todo, se lo confieso querido lector, siempre me asombró que alguien ahí afuera se diera el tiempo de leerme. No sólo eso, agradezco a cada una de las personas con quienes debatí de lo publicado y de los que además tenían el enorme gesto de escribirme personalmente. Cada uno de ellos me conmovió, pero siempre he sido susceptible a esa boca del lobo a la que nos dirigimos los que escribimos, bailamos, cantamos, tocamos, jugamos. No sabemos bien en realidad quien nos recibe, pero el puro hecho de poder hacerlo, de expresarnos, es de lo que vivimos.
Atemporal, los domingos en el Info, dejará de ser publicada. Espero que algo de disciplina haya permanecido para ahora ocuparme de decir todo lo que me queda por dentro.
Va mi resto…