Ideas

- Los 43

Suponer que al final de la película quedarán conformes los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos hace cinco años -¡cinco años ya!-, aferrados a que “Vivos se los llevaron y vivos los queremos”, es ilusorio. Es más que ingenuo.

-II-

Aun con todas las violaciones al debido proceso que se han documentado, y a raíz de las cuales han sido liberados 77 de los 124  detenidos hasta ahora, muchas cosas están muy claras porque han sido debidamente documentadas: que los estudiantes fueron detenidos por policías de Iguala, por haber “tomado” cuatro autobuses en los que planeaban transportarse a la Ciudad de México para participar en las manifestaciones conmemorativas de los hechos del 2 de octubre del ’68 en Tlatelolco; que los policías, partiendo de la hipótesis de que los estudiantes formaban parte de un grupo delincuencial, se los entregaron a miembros de un grupo criminal antagónico, “Guerreros Unidos”; que éstos asesinaron a los 43 jóvenes, y supuestamente incineraron sus restos en el basurero de Cocula y luego los arrojaron al Río San Juan.

Aunque el tema de la incineración ha sido cuestionado, el hecho es que en la supuesta escena de la última parte del crimen se encontraron restos óseos; 27 muestras fueron analizadas en un laboratorio de Innsbruck, Austria; de dos de ellas se determinó que corresponden a dos de los estudiantes desparecidos: Alexander Mora Venancio y Jhosivani Guerrero de la Cruz. Hay otras 121 muestras que no han sido analizadas, aunque es probable que esa omisión se repare una vez que las autoridades han decidido retomar el caso desde el principio, supuestamente para evitar las referidas “violaciones al debido proceso” -torturas para obtener confesiones, principalmente- que enturbiaron e incluso arruinaron jurídicamente parte de la investigación y obligaron a replantear lo que -también supuestamente- se había avanzado.

-III-

Esos, a grandes rasgos, son los hechos. Falta el resto: determinar quién o quiénes tomaron las decisiones, principalmente a partir de la entrega de los estudiantes, por parte de la policía de Iguala, a “Guerreros Unidos”; quiénes los sentenciaron a muerte, y quiénes cumplimentaron, en forma sumaria, esa ejecución masiva extrajudicial; finalmente, dónde están los restos de todos los estudiantes.

Ahora falta ver, primero, si realmente hay voluntad política -y no mero afán de “dar avión” a los padres de los estudiantes-…, y, sobre todo, capacidad para desenredar una madeja que cada día que pasa (y ya van 1,825) se enreda más.

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