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Thiem, el tenista que abrió la puerta a una nueva generación

El austriaco levantó su primer título de Grand Slam en el Abierto de Estados Unidos

Al cuarto intento y con una heroica remontada, el austriaco DominicThiem levantó este domingo su primer título de Grand Slam en el Abierto de Estados Unidos, abriendo camino a una nueva generación de tenistas que deben suceder a los tres gigantes, Federer, Nadal y Djokovic.

Si esta victoria es el inicio del derribo del viejo régimen o solo un paréntesis está todavía por ver, ya que Novak Djokovic (33 años), Rafael Nadal (34) y hasta Roger Federer (39) tienen intenciones de seguir escribiendo páginas de gloria.

Pero de momento Thiem, de 27 años, ha ingresado en el club de nuevos ganadores de Grand Slam, que se mostraba inexpugnable desde la entrada del croata Mario Cilic en 2014.

Después de Thiem, primer austriaco en ganar un 'Major' desde Thomas Muster en 1995, pueden llegar jóvenes emergentes como el ruso Daniil Medvedevev (24 años), el griego Stefanos Tsitsipas (22) y el alemán Alexander Zverev (23).

'Sascha' Zverev, amigo de Thiem desde hace años, fue su víctima en la final de infarto del domingo en Flushing Meadows, que ningún aficionado pudo disfrutar en persona por culpa del coronavirus.

Los dos primeros sets fueron para Zverev (2-6 y 4-6), dejando a Thiem frente al abismo de una demoledora cuarta derrota en grandes finales que lo emparentaba con otras recordadas figuras como Andy Murray e Ivan Lendl, que después se rehicieron y conquistaron campeonatos.

Pero en un dramático giro de guión, el austriaco le dio la vuelta al partido en las dos siguientes mangas (6-4 y 6-3) y, tocado físicamente tras cuatro horas de lucha, fue capaz de batir a Zverev 7-6 en el 'tiebreak' (8/6) culminando una remontada nunca vista en el Abierto desde 1949, antes de la era Open.          

   - Un éxito a fuego lento -

Después de dos derrotas ante Nadal en Roland Garros (2018 y 2019) y una ante Djokovic en el Abierto de Australia (2020), Thiem estuvo cerca de ver pasar otro tren este domingo y quedarse en tierra de nadie, a medio camino entre el 'Big Three' y los jóvenes.

Pero con su épica reacción culminó un ascenso al olimpo cocinado a fuego lento, sufriendo y disfrutando de cada paso adelante.

"Aprendí mucho de cada uno de los partidos contra ellos (Djokovic, Nadal y Federer)", dijo esta semana. "Definitivamente ellos son parte del jugador que soy hoy".

En cada una de sus finales, Thiem apretó un poco más, y jugó un set más que en la anterior, subiendo el último peldaño en forma de 'tie break' ante Zverev, en el que incluso llegó a comenzar perdiendo 2/0.

La victoria también silenció a quienes solo veían en el austriaco a un especialista en tierra batida, después de sumar en ese terreno ocho de sus primeros 10 títulos con algunas victorias frente a Nadal.

Este año Thiem ha demostrado que puede brillar en otras superficies, como hizo a inicios de año en el Abierto de Australia, donde dio guerra durante cinco sets en la final ante Djokovic, al que evitó en este US Open después de la descalificación del serbio en octavos.

Como jugador, Thiem no posee un potente servicio pero sí un variado repertorio de golpes, como demostró en el crítico quinto set ante Zverev, con varias voleas y paralelos de antología. También tiene uno de los mejores regresos de servicio del circuito y una potente derecha.

En este US Open solo había cedido un set hasta llegar a la final, dejando en blanco a un rival tan peligroso como Medvedev, finalista en 2019.            

- La sombra de Muster -

 Antes de ser visto como un sucesor del 'Big Three', Thiem no pudo evitar comparaciones con su compatriota Muster, ganador en Roland Garros en 1995 y número uno del mundo durante varias semanas en 1996.

"Thomas es un ídolo para cualquier tenista austriaco, porque es el deportista más grande de nuestro país", le reconoció Thiem. "Yo quizá era un poco joven cuando él ganó aquí (tenía apenas un año), pero conozco su historia y por eso es un ídolo para mí".

A principios de este año, Thiem pidió a Muster que se sumara a su equipo como asesor para esta temporada pero, sin que quedaran claros los motivos públicamente, apenas dos meses después la relación se cortó.

"No es nada personal, solo profesional. No hemos conectado", dijo entonces el tenista. "No encajábamos. Es así de fácil".

Su entrenador, el chileno Nicolás Massú, le acompañó a Nueva York y este domingo era una de las pocas pero potentes voces que se escuchaban desde las primeras filas del Arthur Ashe, donde vio cómo su pupilo acabó finalmente con la hegemonía de sus maestros.

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