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Vampiros verdaderos en un doodle
En el cine, el vampiro ha sido interpretado de diversas formas, desde la magistral interpretación de Bela Lugosi hasta las series tan de moda
Obra alabada por Sir Arthur Conan Doyle y por Oscar Wilde, Drácula nos lleva a reminiscencias de seres humanos reales que con su comportamiento fuera de lo común escribieron páginas de la historia negra de la humanidad, como Vlad Tepes (Vlad Draculea), hijo de Vlad Dracul, de la Casa Real de los Draculesti, príncipe de Valaquia (Sur de Rumania) que con su crueldad y terribles hábitos, como empalar a sus enemigos, contuvo el expansionismo otomano en esa remota región. En resumen, la obra tiene raíces en un ser humano real y tangible, en el cual se conjugan vicios, pasiones y desventuras.
Varios escritores tomaron la figura del vampiro para sus creaciones, como Robert Bloch, escritor distinguido del círculo lovecraftiano que lo lleva a una dimensión mas allá de lo humano, en su obra "El vampiro estelar", obra escalofriante que con una narrativa perturbadora alcanza límites mas allá de lo corpóreo. (" La sangre humana con la que se había nutrido revelaba ahora los contornos del comensal. No era espectáculo para presenciarlo un humano.").
En el cine, el vampiro ha sido interpretado de diversas formas, desde la magistral interpretación de Bela Lugosi hasta las series tan de moda donde los vampiros son símbolo sexual, pasando por otros, como el estremecedor conde Von Krolock y su rubio, escultural y afeminado hijo Herbert, en "La danza de los vampiros" de Roman Polansky.
Aunque le dio la inmortalidad, Drácula no le dio a Bram Stoker la tranquilidad económica que merecía. Empobrecido, enfermo y olvidado, moriría el 20 de abril de 1912 en una pensión londinense señalando hacia un rincón y repitiendo insistentemente: "strigoi, strigoi" que en rumano significa "espíritu maligno".
La gama cromática del doodle de hoy, negro y rojo, la historia que narra y sus elementos: la dama, el castillo y otros más, nos trasladan a las verdaderas historias de vampiros, sin temor, sin un miedo irracional, pero sabiendo que en él, como en las páginas del libro de Stoker, está escondida la semilla de lo sobrenatural y del terror, ese que nos hace dudar al entrar a una habitación oscura.
EL INFORMADOR / ADRIÁN CASTAÑEDA FONSECA
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