México
¿Volverán los oscuros dinosaurios?
Hoy todo mundo da por hecho que en 2012 se consumará el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de la República
Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de la República. ¿Eso es bueno o es malo? Depende cómo se quiera ver y las preferencias políticas de cada quien. Para mí no puede ser positivo que el partido que se eternizó en el poder, el mismo que institucionalizó la corrupción e hizo del fraude y del corporativismo su modo de supervivencia por siete décadas, vuelva a gobernar al país, apenas 12 años después de haber perdido el gobierno.
Si el PRI regresa a Los Pinos dentro de dos años, es porque fracasó la alternancia y todo lo que costó sacarlos del poder —incluidas las vidas de opositores y disidentes al viejo régimen que fueron encarcelados, perseguidos o asesinados— habrá sido en vano. Lo más dramático será que el PRI que puede volver a gobernarnos como país es exactamente el mismo que repudió la mayoría de ciudadanos hace 10 años. Nada ha cambiado en el viejo partido, tal vez algunas lecciones aprendieron, tal vez nos muestren un rostro más joven y bien peinado o las mismos caras de políticos colmilludos y experimentados; pero al final son exactamente el mismo partido: con todos sus vicios e inconsistencias, y también con las virtudes de la experiencia política y de gobierno.
Más que un “regreso” del PRI, lo que veríamos en 2012, según la mayoría de las encuestas, sería fracaso y la incapacidad de los gobiernos del Partido Acción Nacional (PAN). Ni Vicente Fox ni Felipe Calderón supieron ni quisieron darle rumbo a una verdadera transición democrática que pasaba, necesariamente, por el desmantelamiento, organizado y pactado, del viejo régimen. El primero por franca incapacidad, el segundo por el apremio de su accidentada llegada al poder, primero, y después porque le fascinó el poder, pero los dos presidentes panistas negociaron con el viejo sistema, pero no para desmontarlo poco a poco, sino para afianzarse ellos en el poder y mantener el statu quo.
La encuesta más reciente de Roy Campos, de Consulta Mitowsky, sobre 2012, arroja un dato contundente: si en estos momentos fueran las elecciones presidenciales, el PRI como partido, sin mencionar a un candidato, tiene 37% de la intención del voto; el PAN 16% y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) 11%. De ese tamaño es la ventaja que, en estos momentos, a dos años de las elecciones, tienen los priistas y que se incrementa ya con nombres de posibles candidatos.
Muchas fuerzas e intereses se activan para tratar de impedir el regreso del PRI a Los Pinos. Felipe Calderón y los panistas creen que aliándose con el PRD podrían impedirlo y apuntan a frenar el avance priista en los estados, especialmente en el Estado de México en 2011. Hay grupos de panistas, de los más duros, que se dicen “dispuestos a todo, a hacer lo que sea, para no regresarle el poder al priismo”. El PRD dividido y con su indefinición entre Andrés Manuel López Obrador poco podrá hacer para frenar el intento de restauración del viejo régimen.
Pero también muchas fuerzas e intereses se alinean para que el PRI vuelva al poder. Grandes empresas, con poder fáctico, grandes empresarios, decepcionados del desorden y la violencia en los gobiernos panistas, ciudadanos que están convencidos que “los priistas sí saben gobernar” y otros que, hartos y espantados de la incapacidad, se resignan al “son corruptos pero le entienden al gobierno”, o lo que es lo mismo “más vale malo por conocido…” ¿Eso nos merecemos como sociedad? ¿Volverán los oscuros dinosaurios…?
“En Los Pinos sus garras a posar”… Como en una parodia del poema de Bécquer, hoy todo mundo da por hecho que en 2012 se consumará el regreso del
Si el PRI regresa a Los Pinos dentro de dos años, es porque fracasó la alternancia y todo lo que costó sacarlos del poder —incluidas las vidas de opositores y disidentes al viejo régimen que fueron encarcelados, perseguidos o asesinados— habrá sido en vano. Lo más dramático será que el PRI que puede volver a gobernarnos como país es exactamente el mismo que repudió la mayoría de ciudadanos hace 10 años. Nada ha cambiado en el viejo partido, tal vez algunas lecciones aprendieron, tal vez nos muestren un rostro más joven y bien peinado o las mismos caras de políticos colmilludos y experimentados; pero al final son exactamente el mismo partido: con todos sus vicios e inconsistencias, y también con las virtudes de la experiencia política y de gobierno.
Más que un “regreso” del PRI, lo que veríamos en 2012, según la mayoría de las encuestas, sería fracaso y la incapacidad de los gobiernos del Partido Acción Nacional (PAN). Ni Vicente Fox ni Felipe Calderón supieron ni quisieron darle rumbo a una verdadera transición democrática que pasaba, necesariamente, por el desmantelamiento, organizado y pactado, del viejo régimen. El primero por franca incapacidad, el segundo por el apremio de su accidentada llegada al poder, primero, y después porque le fascinó el poder, pero los dos presidentes panistas negociaron con el viejo sistema, pero no para desmontarlo poco a poco, sino para afianzarse ellos en el poder y mantener el statu quo.
La encuesta más reciente de Roy Campos, de Consulta Mitowsky, sobre 2012, arroja un dato contundente: si en estos momentos fueran las elecciones presidenciales, el PRI como partido, sin mencionar a un candidato, tiene 37% de la intención del voto; el PAN 16% y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) 11%. De ese tamaño es la ventaja que, en estos momentos, a dos años de las elecciones, tienen los priistas y que se incrementa ya con nombres de posibles candidatos.
Muchas fuerzas e intereses se activan para tratar de impedir el regreso del PRI a Los Pinos. Felipe Calderón y los panistas creen que aliándose con el PRD podrían impedirlo y apuntan a frenar el avance priista en los estados, especialmente en el Estado de México en 2011. Hay grupos de panistas, de los más duros, que se dicen “dispuestos a todo, a hacer lo que sea, para no regresarle el poder al priismo”. El PRD dividido y con su indefinición entre Andrés Manuel López Obrador poco podrá hacer para frenar el intento de restauración del viejo régimen.
Pero también muchas fuerzas e intereses se alinean para que el PRI vuelva al poder. Grandes empresas, con poder fáctico, grandes empresarios, decepcionados del desorden y la violencia en los gobiernos panistas, ciudadanos que están convencidos que “los priistas sí saben gobernar” y otros que, hartos y espantados de la incapacidad, se resignan al “son corruptos pero le entienden al gobierno”, o lo que es lo mismo “más vale malo por conocido…” ¿Eso nos merecemos como sociedad? ¿Volverán los oscuros dinosaurios…?
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