México
Cuando el PRI se desboca
Su futuro es promisorio, pero hay que decir la verdad: sus dolencias son muchas y sus deudas son más
Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ya tiene sus buenos 81 años, los celebra hoy en Jalisco con el optimismo de los 15 y la fuerza de los 26. Su futuro es promisorio, pero hay que decir la verdad: sus dolencias son muchas y sus deudas son más. Pero lo urgente siempre será más atendido que lo importante. Revisar su trayectoria, los cambios en las ideas, el nuevo dibujo de país, son temas que pueden esperar otros 81 años. Lo que hoy será vital es la estrategia hacia adentro, la mirada hacia sí mismos como maquinaria electoral. Lo demás es lo de menos.
Desde que el PRI perdió la Presidencia, la fuerza de sus facciones (que siempre ha estado presente) se desbocó. Sin jefe indiscutible de partido, los gobernadores jalaron para un lado, los legisladores para otro y la dirigencia para más allá. Si a eso se le añade el pragmatismo característico del PRI y las diferencias que tiene por regiones, y adentro de las mismas regiones, el coctel es Molotov. O mejor dicho, “fue” Molotov. A pesar de gobernar a la mayoría de los mexicanos, perdieron la Presidencia por segunda ocasión.
Ahora bien, dicen por ahí que los tricolores no son tontos, que aprenden. Habrá que ver. Aquí en Jalisco se han tardado y su desempeño como oposición no fue lamentable, sino lo que sigue: francamente cobarde, todavía la deben. Pero el contexto y la última estrategia les sirvió. Un Gobierno panista mal visto, un esfuerzo extraordinario para sacar candidatos de unidad sin matarse en el intento, y además buenos candidatos, los llevó a recuperar Guadalajara, Zapopan, Tonalá y Tlaquepaque. Quince años después, regresaron al Palacio Municipal de la capital.
Parece que la lección de unidad se aprendió a lo largo de todo el país y que, entre miradas asesinas y golpes bajos, el esfuerzo consiste en que los gobernadores no formen un frente contra Peña Nieto, que Manlio Fabio no apuñale a Beatriz Paredes (o a Peña Nieto), que Paredes deje cierto margen de maniobra y que el gobernador del Estado de México mantenga a sus huestes amarradas para que no muerdan al senador o a la lideresa.
Y parece que lo están logrando. Hoy, 81 años después de que Plutarco Elías Calles controló a las facciones armadas desbocadas con el fin de mantenerse en el poder, los tricolores vuelven a imponerse disciplina (a fuerza de mentadas, pero ahí van) para recuperarlo.
Miren qué tramposos
Es cierto que los Juegos Panamericanos han servido como excusa para arreglar la ciudad. No deberían ser necesarios para ello, pero ya que están, bienvenido el pretexto. Sin embargo, ¿15 mil millones de pesos? Sumo Macrobús, estadios y obra pública diversa y no me da, pero parece ser que el Presidente Felipe Calderón puso ahí hasta el costo de los boletos de avión que desde el mero principio les dieron a los gestores.
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Desde que el PRI perdió la Presidencia, la fuerza de sus facciones (que siempre ha estado presente) se desbocó. Sin jefe indiscutible de partido, los gobernadores jalaron para un lado, los legisladores para otro y la dirigencia para más allá. Si a eso se le añade el pragmatismo característico del PRI y las diferencias que tiene por regiones, y adentro de las mismas regiones, el coctel es Molotov. O mejor dicho, “fue” Molotov. A pesar de gobernar a la mayoría de los mexicanos, perdieron la Presidencia por segunda ocasión.
Ahora bien, dicen por ahí que los tricolores no son tontos, que aprenden. Habrá que ver. Aquí en Jalisco se han tardado y su desempeño como oposición no fue lamentable, sino lo que sigue: francamente cobarde, todavía la deben. Pero el contexto y la última estrategia les sirvió. Un Gobierno panista mal visto, un esfuerzo extraordinario para sacar candidatos de unidad sin matarse en el intento, y además buenos candidatos, los llevó a recuperar Guadalajara, Zapopan, Tonalá y Tlaquepaque. Quince años después, regresaron al Palacio Municipal de la capital.
Parece que la lección de unidad se aprendió a lo largo de todo el país y que, entre miradas asesinas y golpes bajos, el esfuerzo consiste en que los gobernadores no formen un frente contra Peña Nieto, que Manlio Fabio no apuñale a Beatriz Paredes (o a Peña Nieto), que Paredes deje cierto margen de maniobra y que el gobernador del Estado de México mantenga a sus huestes amarradas para que no muerdan al senador o a la lideresa.
Y parece que lo están logrando. Hoy, 81 años después de que Plutarco Elías Calles controló a las facciones armadas desbocadas con el fin de mantenerse en el poder, los tricolores vuelven a imponerse disciplina (a fuerza de mentadas, pero ahí van) para recuperarlo.
Miren qué tramposos
Es cierto que los Juegos Panamericanos han servido como excusa para arreglar la ciudad. No deberían ser necesarios para ello, pero ya que están, bienvenido el pretexto. Sin embargo, ¿15 mil millones de pesos? Sumo Macrobús, estadios y obra pública diversa y no me da, pero parece ser que el Presidente Felipe Calderón puso ahí hasta el costo de los boletos de avión que desde el mero principio les dieron a los gestores.
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