Cultura
El mundo alucinante
Los libros del año (II)
En el primero, destacaría Los enamoramientos (Alfaguara), de Javier Marías, prosista incomparable que, tras el logro altísimo de su anterior trilogía narrativa (Tu rostro mañana), aún muestra arrestos como para ofrecer otra novela plena de sutileza y humor. También debe resaltarse a CM No récord, del colombiano Juan Álvarez (Alfaguara), algo así como esa novela sobre una banda de rock que todo escritor joven en América Latina dice que va a intentar y ninguno (hasta ahora y que yo sepa) conseguía. Y no puede ignorarse a Marcos Giralt Torrente, quien obtuvo el premio Ribera del Duero de relato con El final del amor (Páginas de Espuma), un ejercicio de virtuosismo en el relato a la manera clásica, emotivo e irreprochable; a Alberto Barrera Tyszka, quien con Rating (Anagrama) ha escrito una novela divertidísima sobre los usos y costumbres de la televisión, y a Paul Viejo, quien con Los ensimismados (Páginas de Espuma) ha escrito una de las colecciones de relato más inquietantes en muchos años.
Finalmente, en cuanto a traducciones, allí están el genial Philip Roth, con Némesis (Mondadori); el no menos indiscutible Rubem Fonseca, con su autobiográfica José (Cal y Arena) y ese pope de las letras rusas que es Vladimir Sorokin con Hielo (Alfaguara). Pero hay demasiadas tradiciones y libros sin leer y resulta imposible ser terminante.
Por último el mejor libro del año, en cualquier categoría, es para mí A la vista, de Daniel Sada (Anagrama). El último libro publicado en vida por él y, como siempre, una delicia verbal y narrativa. Urge leerlo.
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