El hombre del futuro

GUADALAJARA, JALISCO (11/AGO/2013).- Escribir sobre Jeff Bezos asoma una tentación. Contar la típica historia que llena los anales de los libros de historia de los Estados Unidos: la narrativa del “hombre que se hace sólo (the self-made man)”. Esas historias que han construido la mitología de Estados Unidos como la nación de las oportunidades, el país donde todo es posible y que el desarrollo personal sólo depende del esfuerzo y la dedicación, y no de los apellidos y el linaje familiar o social.

No son pocos los estudios que han desmitificado la idea de los Estados Unidos como el paraíso de la movilidad social y las oportunidades de crecimiento. A pesar de esto, Bezos parecería precisamente eso: el “hombre que se hace sólo”. La historia la conocemos: originario de una familia modesta del Sur de los Estados Unidos (Nuevo México), no conoce a su padre biológico y tiene que aguantar la búsqueda de una figura paterna por parte de su madre. Tras su recorrido por distintas ciudades de Estados Unidos, termina en Houston, con un padre cubano y, con todo el sudor de su frente, logra una beca para asistir a una de las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos: Princeton. Después de algunos años de trabajar en proyectos vinculados al potencial de internet, comienza un negocio en un pequeño y modesto taller desde donde pone las primeras piedras del macroproyecto de “Amazon” que actualmente cotiza a precio de mercado a unos 20 mil millones de dólares (260 mil millones de pesos).

Las cifras detrás de Amazon

Pero detrás de Jeff Bezos hay más que un “final feliz”. A sus 49 años, Bezos es culpable de uno de los negocios que le han inyectado mayor oxígeno a la industria del libro en una época de crisis profunda. Según los estados financieros de la empresa, solamente en el segundo trimestre de 2012, Amazon tuvo ventas por más de 15 mil millones de dólares. Y si tomamos la cifra total de 2012, la empresa vendió productos (libros, discos compactos, películas), a todo el mundo 60 mil millones de dólares, una cifra que supera incluso todas las ganancias de Pemex, que aporta la tercera parte del presupuesto nacional en México. Amazon es hoy en día una referencia de mercado que conjuga cuatro cimientos de éxito que el propio Bezos reconoce como la fórmula del proyecto: comodidad, selección, variedad y precio. En ese estricto orden, cómo lo ha señalado en múltiples ocasiones su CEO.  

El experimento de Jeff

Bezos es un amante del futuro. Las entrevistas cara a cara reflejan a un hombre cauto, racional, calculador y sin arrebatos. Es un hombre carismático, pero que no desata emociones desenfrenadas en los auditorios. Sin embargo, el largo plazo es su descontrol. Si bien, a Amazon la ha regido con un esquema de eficiencia y bajo personal (solamente dos mil 100 trabajadores en toda la empresa), cuando se trata de romper el tiempo, ver al futuro y apostar por la inmortalidad de las cosas, Bezos pierde la sensatez. Por ejemplo, hace algunos meses, Bezos gastó más de 500 millones de pesos (37 millones de dólares) en un reloj de 60 metros construido para que dure funcionando 10 mil años. El largo plazo es la obsesión de Bezos. Así justificó su irreverente compra: “Lo hago como símbolo del pensamiento a largo plazo. Si miras a largo plazo puedes resolver problemas que no puedes arreglar de otra manera”. El gran economista norteamericano del periodo entreguerras, John Maynard Keynes escribió alguna vez que el largo plazo no debe existir para los economistas, ya que “en el largo plazo todos estamos muertos”. La cultura del futuro, más que los rendimientos del presente, son el combustible empresarial de Bezos.

Jeff Bezos volvió a las primeras páginas de los diarios por la compra de un ícono del periodismo norteamericano: el Washington Post. Bezos compró el periódico de la capital del país en 250 millones de dólares (unos tres mil millones de pesos). Así se refirió a la compra Katharine Weymouth, editora de la empresa: “Este es un día que pensé que nunca llegaría. The Washington Post Company vende el periódico que ha tenido durante ocho décadas”, y añadió, “el comprador es uno de los más grandes innovadores y respetado hombre de negocios de los Estados Unidos, Jeff Bezos”. Compró el gigante comunicativo de su riqueza personal y no como parte del conglomerado de empresas relacionadas con Amazon. ¿Cambiará la línea editorial del Washington Post? ¿Habrá cambios en el modelo de negocios del periódico?

Bezos ya abrió las primeras ventanas. Hace algunas horas declaró: “el Washington Post tenía que cambiar con o sin nuevo dueño”. De entrada, y sin que pase mucho tiempo después de haber asumido las responsabilidades de la empresa, Bezos ya ha marcado algunas líneas estratégicas: un empuje decidido al portal de internet y a las redes sociales del Washington Post. Bezos indicó que aunque se mantendrá la edición de papel, habrá cambio en la versión impresa en los siguientes 60 días. Bezos calificó la compra como un “experimento”, la posibilidad de innovar en un mercado como el de periódicos que se encuentra en un periodo de transición ante las tremendas caídas en venta en los últimos años. El New York Times es un claro ejemplo, al admitir, por necesidad imperiosa, una gigantesca compra de acciones (7.5% de la empresa) por parte de Carlos Slim y ha tenido desde 2009 que entrar en una seria política de austeridad para imprimir de viabilidad al periódico en los siguientes años.  

Y tras la compra, la política es una dimensión a tomar en cuenta. Bezos, como lo define el sitio Real Clear Politics, “no es un activo en política”. A pesar de su enorme riqueza que lo coloca como la decimonovena persona más rica del mundo con un capital acumulado de más de 25 mil millones de dólares, nunca ha sido un donante que marque la pauta en las elecciones norteamericanas. Siempre sus donaciones han sido relativamente pequeñas y como lo señala la revista quincenal The New Republic, sus donaciones han ido tradicionalmente a parar a las arcas del Partido Demócrata. Si bien Bezos puede ser definido como un “liberal”, su pragmatismo y actividad política de baja intensidad es un mensaje de calma para los lectores y para aquellos que se encuentran en el contexto del Washington Post, el periódico más importante para los conservadores en Estados Unidos.

¿Un demócrata dueño del Post? Para muchos de sus lectores, sería lo más cercano a una pesadilla. Sin embargo, el propio Bezos ha dejado en claro que sus opiniones personales no influirán en lo que ha sido hasta el día de hoy una política editorial exitosa. En una carta escrita a los editores, reporteros y personal administrativo del diario, Bezos señalaba enfáticamente: “los valores del Washington Post no tienen que cambiar”. Al mismo tiempo, dejó en claro que por el momento no habrá recortes a los casi dos mil trabajadores.  

Un hombre que vive y sueña con el futuro se convierte en el dueño de uno de los periódicos referencia del debate político en los Estados Unidos. Con Amazon, Bezos logró revolucionar el mercado y construir una marca que significa éxito, eficiencia y comodidad. Ahora este hombre que entró al negocio de los libros con la frase “el internet tiene que ofrecer algo más que lo físico, sino no tiene sentido”, anuncia una revolución donde la innovación y la creatividad se situarán en el centro del proyecto. Así, Bezos, ese hombre que conjuga el pragmatismo de los negocios con la ilusión de la inmortalidad, se enfrenta a un desafío que sólo el largo plazo definirá su éxito.