Mujeres, relegadas en los gabinetes federales

CIUDAD DE MÉXICO (14/FEB/2011).- La lucha por la igualdad de género en materia política no ha llegado todavía a las altas esferas del Ejecutivo federal. A la ausencia de presidentas en la historia nacional hay que agregar la escasa presencia femenina en los últimos cuatro gabinetes. De los 155 titulares de secretarías de Estado o de la  Procuraduría General de la República, tan solo 15 (9.6%) son mujeres.

Según Nancy García, profesora-investigadora de El Colegio de Jalisco y especialista en participación política de las mujeres, el rezago se debe en parte a la escasez de medidas con carácter vinculatorio a nivel nacional, sobre todo en el Poder Ejecutivo, con todo y que se tienen acuerdos internacionales suscritos en la materia, como el Plan de Acción de Beijing.

“Desde 1995, en el Plan de Acción de Beijing, México acordó promover medidas para que más mujeres se incorporaran a la administración y hacia el año 2001 se firmaron algunos acuerdos coyunturales. No obstante, dado que estos documentos no tuvieron un carácter vinculatorio, las medidas fueron quedando en el olvido”.

De las 18 ó 19 carteras federales que han operado entre diciembre de 1989 y febrero de 2011, ha habido titulares mujeres en un promedio de dos, aunque la tendencia es ligeramente a la alza: mientras que Carlos Salinas de Gortari tuvo tan sólo dos colaboradores con rango de secretarias de género femenino, Ernesto Zedillo y Vicente Fox tuvieron cuatro y Felipe Calderón ha contado ya con cinco.

“En la administración pública es evidente una cultura de discriminación todavía, donde son minimizadas las capacidades y conocimientos de las mujeres”, enfatiza la especialista.

Pocas y sólo para arrancar

Las últimas cuatro administraciones coinciden en que el mayor número de secretarias siempre se ubica en el arranque del sexenio y sistemáticamente disminuye.

Por ejemplo, Salinas comenzó con dos mujeres en su gabinete; Zedillo y Fox con tres y Calderón con cuatro.

Salinas y Fox concluyeron con tan sólo una, mientras Zedillo y Calderón —este último considerado a la fecha— con dos.

“En México, la incorporación de las mujeres al gabinete, sin duda, es más un acto político que de voluntad política. Responde más a la presión de los grupos de mujeres, así como a la observancia de los organismos internacionales. Por un lado, las mujeres siguen siendo una parte mayoritaria de electorado. (…) Por otro lado, México ha firmado acuerdos y tratados internacionales en favor de las mujeres”, analiza García.

La tendencia de los presidentes a prescindir de perfiles femeninos conforme avanza el sexenio se expresa en que tan solo dos de ellas han permanecido en sus puestos durante los seis años: María Elena Vázquez, titular de la Secretaría de la Contraloría General de la Federación con Salinas, y Julia Carabias, secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales en el sexenio siguiente. De concluir como secretaria de Relaciones Exteriores en el presente periodo, Patricia Espinosa se estaría sumando a la lista.

Olga Sánchez Cordero y Margarita Luna, junto con ocho hombres, conforman actualmente el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), lo que se traduce en una representación femenina de 20 por ciento.

Las 27 senadoras representan 21% de los 128 miembros de la Cámara Alta.  Hay 136 diputadas, es decir, suman más de un cuarto del total de este cuerpo legislativo. 

Para la profesora-investigadora de El Colegio de Jalisco, el caso del Legislativo tiene una explicación clara de corte legal: “Las cuotas pasaron de ser meras recomendaciones a obligaciones plasmadas en el código electoral y en la ley orgánica del Congreso”, apunta.

Comparaciones odiosas

La situación en México contrasta con la de otros países con un nivel de desarrollo humano  arecido. Para Ana María Vázquez, profesora-investigadora del ITESO y estudiosa de América Latina, las disparidades tienen en alguna medida una explicación cultural.

“El número de mujeres que forman parte de un gobierno a nivel gabinete en México y otros países latinoamericanos refleja una cultura democrática radicalmente diferente”.

Del presidente chileno Sebastián Piñera dependen 21 secretarías. Seis de ellas son ocupadas actualmente por mujeres. Si se agrega que quien entregó el poder a Piñera fue la socialista Michel Bachelet, Chile se convierte en uno de los países más avanzados de la región en materia de equipos presidenciales con perspectiva de género.

Para Vázquez, el caso chileno resulta destacado porque la perspectiva de género va más allá de la conformación del gabinete y permea a las políticas públicas.

“El perfil de las políticas públicas impulsadas por sus gobiernos y la permanente presencia de las mujeres en la toma de decisiones son la muestra más clara de que la perspectiva de género trasciende la política de cuotas”.

Laura Chinchilla, presidenta de Costa Rica, tiene a nueve mujeres trabajando en su gabinete, que está compuesto por un total de 23 funcionarios. Casi la mitad de su gabinete es de sexo femenino.

El diseño constitucional de Argentina contempla16 secretarías de Estado, de las cuales tres son ocupadas actualmente por mujeres. El contraste principal del caso argentino respecto al mexicano radica en que la Presidencia del país rioplatense recae en una mujer, Cristina Fernández.

El caso más rezagado de entre los países comparables con México es el uruguayo. De sus 16 ministerios, sólo dos son ocupados por mujeres, cifra que empata con el promedio de México entre 1989 y 2011. Sin embargo, al tener México más secretarías, se encuentra por detrás del país sudamericano en gabinete con perspectiva de género.

“Lo que sigue es observar y valorar cuánto ha cambiado la forma de hacer política por la presencia de mujeres en puestos clave; y hasta dónde están las elites políticas de nuestros países dispuestas a trabajar en pro de ello”, remata la maestra en Relaciones Internacionales por la Universidad de Sussex.