Compadres en Facebook

Érase una vez un país sin territorio. No tenía fronteras ni había mapa que lo señalara en el mundo, pero de que existía, existía. Miles de personas supieron llegar a donde estaba y comenzaron a vivir ahí: hicieron amigos, organizaron fiestas, juntaron firmas para causas perdidas, trabajaron, jugaron, pusieron granjas y restaurantes, intercambiaron conocimientos y pusieron sus recuerdos. Cada persona invitó a sus conocidos y el lugar sin lugar creció. Seis años después de su fundación, su población dejó atrás a decenas de países, y hoy tiene 500 millones de habitantes, según los datos oficiales.

Seguramente ya saben de qué lugar se trata: de la red social conocida como Facebook. Este espacio (no es un producto, no es una ideología; es en definitiva, un “espacio” de vida) cumple seis años de crecer a una velocidad asombrosa: cada segundo se incorporan siete nuevas personas. Eso es seis veces más que el crecimiento de la población en la India y en China, en donde nace un bebé cada segundo (uf, qué mareo).

Al ritmo que lleva, este año se incorporarán 220 millones de personas más, y si toda la población del planeta tuviera acceso a internet, hasta otro nombre tendríamos que poner a la Tierra.

Impresionante, ¿no? Sí, pero ¿y qué? ¿Qué significa que haya un espacio virtual con 500 millones de usuarios en el planeta y, según se anunció la semana pasada, 16 millones de mexicanos compadres en Facebook? Pues mucho. Facebook es una plataforma con 900 millones de posibilidades de interacción social (fiestas, partidos políticos, mítines, reuniones de tontos, cumbres de sabios, lecturas de libros, clubes deportivos y grupos académicos, por ejemplo) y es además, un potenciador de ideas y de posibilidades vitales. En la página de información oficial de Facebook se pueden leer estadísticas de marcas comerciales conectadas con el mundo (es la primera y más evidente utilidad pragmática de la red), pero también es posible encontrar historias de vidas que se conectaron con el mundo. Por ejemplo: una deportista libanesa que pudo unirse a un grupo de jugadoras de futbol; desarrolladores de software que tienen en Facebook una plataforma gigantesca para poner a prueba su creatividad y ofrecerla a millones de personas; un espacio social para gente con alguna discapacidad motora que les impide salir; grupos de admiradores de alguna estrella de rock pero también de algún acontecimiento histórico sólo comprendido por eruditos.

Facebook no es una página de internet. Es una nueva zona en el mundo. Si eso queda claro, será posible diseñar políticas públicas con impactos radicalmente distintos a los que hoy pueden tener los tradicionales métodos de gobierno, sobre todo considerando que México es uno de los países con más usuarios de esta red en el mundo (ocupa el octavo lugar, para ser exactos). Pensar en esta dimensión cuando nos planteamos los problemas del país, como el tráfico de armas, el crimen organizado, la educación, el dengue o la obesidad, es ya un imperativo. Hombre, ya ni la guerra ni la seducción, esas actividades milenarias, se pueden hacer sin Facebook.