Carstens se hace guaje

El principal actor político que pactó el apoyo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a los impuestos 2010 a cambio de que el Partido Acción Nacional (PAN) no se aliara con el de la Revolución Democrática (PRD) en Oaxaca y el Estado de México, no ha dicho una sola palabra: está replegado, cómodo en su despacho de 5 de Mayo Número 2 en el Centro Histórico del Distrito Federal, protegido por la discreción a que le obliga y la autonomía que le brinda su nuevo cargo. Es el actual gobernador del Banco de México, Agustín Carstens Carstens.

Según fuentes de primer nivel involucradas en esta polémica negociación, fue el entonces secretario de Hacienda quien escuchó, aceptó, intercambió y pactó con la dirigente nacional priista, Beatriz Paredes; el coordinador de los diputados tricolores, Francisco Rojas, y los mandatarios estatales Ulises Ruiz y Enrique Peña Nieto que no habría alianzas PAN-PRD para tales estados. En el arreglo intervinieron, del lado azul de la mesa, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont (quien selló el cimiento del arreglo electoral y no intervino en el estira y afloja económico), la coordinadora de los diputados panistas, Josefina Vázquez Mota, y el dirigente nacional de este partido, César Nava.

Las mismas fuentes aseguran que fue Carstens quien informó directamente de los términos del pacto al Presidente Felipe Calderón, quien aprovechó para pedirle a su ministro financiero que no volviera a hacer un trueque de asuntos electorales por votos en el Congreso para iniciativas económicas. Para ese momento, la relación entre ambos ya estaba sumamente desgastada.

El PRI aprobó los nuevos impuestos, pero no tal y como los había enviado Hacienda al Congreso, y eso hizo tambalear el acuerdo: cuando Peña Nieto y Ulises Ruiz se pusieron en contacto con el Gobierno federal para dejar en claro que ellos ya habían cumplido con su parte y que ahora seguía que el PAN se olvidara de cualquier alianza con el PRD, recibieron como respuesta que no habían pasado íntegramente los gravámenes, que ese pacto impuestos-alianzas se había mencionado muy al inicio de la negociación, y otras evasivas.

Los priistas apretaron: exigieron a Carstens que informara a Gómez Mont de que ese pacto fue la base de cualquier negociación económica posterior y lo involucrara en el cumplimiento del mismo. Así sucedió. Gómez Mont dio su palabra al gobernador de Oaxaca y entregó al del Estado de México un contrato firmado por él, Nava, Paredes y el secretario de Gobierno de Peña Nieto para garantizar que no habría alianzas (como fue revelado en estas Historias de reportero el jueves 25 de febrero de este año).

A Nava no le importó la palabra y lanzó su coalición PAN-PRD para Oaxaca. Gómez Mont se vio orillado a dar la cara por el Presidente y renunció al PAN. Para entonces, Carstens ya se había ido de Hacienda al Banco de México, y con esa excusa, el hombre que diseñó, dirigió, grabó, editó y vio la película completa, no la ha querido contar.