Calderón contra la marcha

Seis semanas después de que se diera el asesinato del hijo del poeta Javier Sicilia en Cuernavaca, y tres semanas después de que se conociera el horror de las fosas de Tamaulipas y de Durango, el Presidente Calderón dio un mensaje al país en el que nuevamente volvió a defender su política de seguridad y la guerra contra el narcotráfico que lleva ya cuatro años y cinco meses de su sexenio y que ha dejado un saldo de ya más de 40 mil mexicanos muertos.

Enérgico, y en momentos hasta enojado o tal vez frustrado, Calderón volvió a repetir los mensajes que una y otra vez repite desde 2006: “La razón de la lucha eres tú”, “estamos luchando por tu familia”, “necesitamos redoblar esfuerzos” “hacerse de la vista gorda… es lo que nos llevó a donde estamos ahora”, y agregó además un “bushismo” nuevo al sentenciar, “tenemos que hacerlo porque es el único camino para vivir libertad”, y hasta dos advertencias, “si dejamos de luchar, ellos van a secuestrar, a extorsionar y matar por todo el país”. Un penoso ejemplo de la política del miedo con la que Calderón ha gobernado y polarizado a este país desde que asumió la Presidencia.

El mensaje de Calderón no fue gratuito. Vino a colación porque en las últimas semanas, y después de cuatro años y cinco meses de violencia en México, finalmente se ha empezado a articular un movimiento de la sociedad que rechaza la estrategia de seguridad calderonista, la violencia —tanto la de los narcos como la del Gobierno—, los abusos a los derechos humanos y sí hay también en este movimiento quienes aún siguen pensando que “Calderón se robó la elección en 2006”.

Javier Sicilia es hoy la cabeza más visible de este movimiento que inició a mediados de abril con una marcha en una veintena de ciudades en México y que precisamente vuelve a salir a las calles este fin de semana con un creciente número de participantes más.

Con más participantes, pero aún sin un grupo de propuestas claras o de rutas alternas para la política de seguridad oficial, este movimiento da muestras de que podría ser un factor de peso en el año y medio que le queda al Gobierno de Calderón. Así como en los años sesenta en Estados Unidos, el movimiento antiguerra de Vietnam unió bajo el mismo paraguas o la misma causa a las feministas, a los afroamericanos, a los gays y lesbianas y a los hippies y ecologistas, el movimiento “No Más Sangre” o “No Más Violencia” o como se le quiera llamar, empieza en efecto a concentrar cada vez más un eco mediático más fuerte y simpatizantes y adherentes más estables.

Para ilustrar un poco la importancia de este movimiento y de su potencial, bien vale la pena una rápida comparación. En 1969 Richard Nixon asumió la Presidencia de Estados Unidos con la herencia de una guerra iniciada en 1955 por otro presidente y en un remoto país asiático. Los estadounidenses estaban hartos de 14 años de guerra y millones habían salido a la calle a demandar el fin de la intervención bélica en Vietnam en 1968. Cuando Nixon asume la Presidencia su mensaje fue: “No habrá marcha atrás”, “Estados Unidos no saldrá de Vietnam”. Cuatro años después, en 1973, por diversas razones más, pero también por la presión de la sociedad, Nixon anuncia el inicio del retiro de las tropas estadounidenses de Vietnam.
Nixon tuvo que renunciar a defender una guerra indefendible como un algo que le haría bien a su país. Nixon dejó a un lado los discursos de una “mayoría silenciosa” que apoyaba sus políticas y cedió.

Calderón se encuentra en un momento difícil. La realidad es que en un año y medio que le queda como Presidente no va a “ganar” la guerra contra el narco y la situación difícilmente mejorará. Lo que desafortunadamente le queda a su gobierno es administrar el daño de aquí a diciembre de 2012. Y a la sociedad le queda el poder armar una verdadera propuesta alternativa, pues los próximos candidatos y candidatas a la Presidencia seguramente estarán más receptivos que nunca a escuchar.