Empleo a discapacitados propicia desarrollo en la comunidad, aseguran

GUADALAJARA, JALISCO (08/AGO/2013).- Carmen López Gutiérrez lo reconoce: abrir las puertas de la empresa a personas con discapacidad no fue una decisión fácil. "¿Y si no funciona?", pasó por su mente cuando una mujer sordomuda le pidió trabajo en su fábrica de calzado, Fecach. Ni siquiera sabía comunicarse con ella, menos se imaginaba contratándola.
 
"Tuvieron que venir sus papás a la entrevista conmigo porque pues yo no sabía hablarle en señas, pero ya después la contratamos y ha sido una chica bien trabajadora, lo curioso es que ya los chavos de aquí aprendieron a comunicarse con ella", comenta la reclutadora.
 
Actualmente, en su fábrica de 285 empleados, tres tienen algún tipo de discapacidad física, pero para sorpresa de muchos, Carmen los califica como los más responsables. "Es gente que nos ha trabajado bien, es gente que no falta, más responsable que los demás porque saben que tienen una capacidad diferente y que no tan fácil les dan una oportunidad. En los tres casos, metían solicitud a otros trabajos y no se los daban", comparte, y reitera que fue una decisión de la que no se arrepiente la empresa.

Pero casos de apertura a estas personas en la industria privada no son tan frecuentes, porque las políticas vigentes en materia de inclusión social se quedan en papel. Para el especialista en políticas públicas por la Universidad de Guadalajara, Orión Flores Camacho, aunque hay garantías constitucionales para este grupo vulnerable, éstas no se cristalizan en oportunidades laborales que permitan dotar de independencia y desarrollo personal a quienes cuentan con una discapacidad.
 
Según explica, ni la Ley general para personas con discapacidad ni la ley de atención y desarrollo integral para las personas con discapacidad vinculan a las instituciones -como el Servicio Nacional del Empleo-, a la defensa de derechos de este sector de la población, es decir, no les exigen actuar en favor de éstos.
 
"Al generarle derechos, la persona con discapacidad va a ser capaz de trazar su trayecto laboral. Acercar esos elementos que le permitan libremente tener una decisión laboral es lo que falta", señala Flores Camacho.
 
"En la medida en que la persona con discapacidad viva libremente sus derechos, se va a convertir en una persona más libre, más autónoma, más dinámica, productiva y capaz de garantizar su desarrollo individual, y al mismo tiempo el comunitario y social. Una sociedad más integral es aquella que no deja afuera a ninguno".
 
Al respecto, también critica la falta de accesibilidad para personas con capacidades diferentes en las empresas, pues al no tener por ejemplo rampas para sillas de ruedas, reducen las oportunidades de que alguien en esa condición labore allí.
 
"Se habla mucho de hacer accesible la ciudad, pero no es accesible el empleo, significa que esté a disposición de la persona con discapacidad, que su trabajo esté adaptado para esta persona. Ahora sí tendríamos una política integral que involucre en un trinomio: instituciones, personas y mercado laboral de manera conjunta", finaliza el experto.
 
EL INFORMADOR / VIOLETA MELÉNDEZ