El Aficionado

Esto debería ser fácil, demasiado fácil, hasta la final.

Para los pocos valientes que nos animamos a ver los encuentros de la Copa Oro comprobamos su bajísimo nivel. Debería ser fácil, pero no lo es. Con una Selección mexicana que no funciona, un director técnico que da patadas a los contrarios, la tensión estaba al máximo.

Es una Copa fácil desde luego. Estos partidos deberían ser como regalos para llegar bien a la final, sin demasiada fatiga, sin golpes, sin tarjetas, con el mayor número posible de jugadores participando, activos y sintiéndose protagonistas.

Pero no es así. México sufre más de la cuenta para sacar los resultados. Y a mí lo que más me preocupa no es que la Selección no funcione, o que no haya futbol de asociación, ni una alineación definida, ni que sea un martirio ver un juego de la Selección.

A estas alturas eso es lo de menos. Tenemos una plantilla sensiblemente mejor que las de Panamá o Guadalupe, y resultados aparte, México no impuso su juego ante ellos.

El combinado azteca ataca y a veces resuelve de una forma compulsiva, a tirones de orgullo herido. Y aún así, no tanto como debiera. Este equipo no tiene plan, no tiene mando. No tiene general.

Eso es lo verdaderamente preocupante. Hoy leía con asombro varias declaraciones de jugadores y directivos diciendo que habíamos mejorado, que ya estamos en cuartos de final, etc. Eso es verdad. Nadie lo niega, pero se nos olvida qué copa estamos jugando y contra quién. ¡Ya se nos hace una hazaña sacarle un empate a Panamá o ganarle dos a cero a Islas Guadalupe con nueve hombres!

Si así pensamos ahora, ¿Qué vendrá más adelante? Por eso como mexicano tengo sentimientos encontrados. Por un lado quiero que México siempre gane, pero por otro siento el deseo de que pierda para que entonces si se haga un revisión total de lo que se está haciendo con la Selección. Que se cimbren los cimientos y que se tomen medidas radicales para que en el largo plazo sea mejor y tengamos una selección competitiva, orgullosa, respetada. Capaz de luchar por algo grande y no gente que considera una hazaña ganarle a Haití. Necesitamos mentalidad triunfadora. Victorias como las del domingo no nos ayudan a esa mentalidad triunfadora, pues maquillan cosas que no dejan que el futbol mexicano crezca. Esas victorias son como ponerle pomada a un cáncer de piel. Necesitamos una cirugía mayor.