Psicobiótico que entra en acción al detectar altos niveles de estrés en el cuerpo para ayudar a controlar la depresión y la ansiedad, fue desarrollado por 13 estudiantes del Tecnológico de Monterrey, Campus Guadalajara.La investigación, llamada Lactobachill, obtuvo medalla de bronce en el International Genetically Engineered Machine Competition (iGEM) en Boston, Estados Unidos, a finales de 2018.Los 13 universitarios del Campus Guadalajara son de diversas carreras y mezclaron sus conocimientos para trabajar en el desarrollo de este psicobiótico.Para generar Lactobachill combinaron un probiótico, bacteria capaz de normalizar varios procesos del organismo y un psicotrópico, sustancia que actúa directamente en el cerebro.iGEM es una competencia internacional que empezó como un curso para estudiantes universitarios del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) para desarrollar dispositivos celulares.Ahora es una competencia con casi 300 equipos de 30 países, que incluye también estudiantes graduados, de secundaria y laboratorios comunitarios.Los jóvenes investigan bajo la premisa de que en el intestino existen neuronas vinculadas a nuestro cerebro. Al respecto, Cristina Figueroa, integrante del equipo, señaló: “Estas neuronas, junto con la microbiota -organismos que ayudan al cuerpo a equilibrarse-, están vinculadas con la regulación de procesos neurológicos como la depresión”.Añadió que cuando existe una desregulación pone en alerta a todo el cuerpo y “nosotros por medio de modificaciones genéticas realizamos un constructo que ayudará a modular esto mismo al inhibir una respuesta inflamatoria”.Lactobachill se construyó mediante biología sintética, al modificar genéticamente un lactobacilo con propiedades psicobióticas (L. rhamnosus), que puede colonizar eficientemente el intestino.“Este microorganismo puede usarse para inhibir las señales de las citoquinas asociadas con la desestabilización de la información sistémica y del sistema inmunológico y ayudar a la normalización del eje intestino-cerebro”, agregó Figueroa.De esta forma, este psicobiótico inteligente puede liberar una molécula antinflamatoria que logra bloquear la guía de señalización que después desencadenaría en depresión y ansiedad.La parte intensiva de la investigación se llevó a cabo de marzo a noviembre de 2018. Sin embargo, los alumnos señalan que el trabajo debe continuar antes de llegar a introducir el Lactobachill en el humano.El interés de los estudiantes en este proyecto es debido a las tazas reportadas en México. También indagaron sobre los actuales tratamientos, en lo que el medicamento hace una reacción en el cuerpo que al principio puede tener otros efectos.“La depresión es un problema muy grande; es una enfermedad sistémica… Y eso es algo que muy pocas personas llegan a comprender”, puntualizó la integrante Fernanda Díaz.Las jornadas de trabajo para lograr este desarrollo fueron intensas y se prolongaban hasta la madrugada. Al respecto comenta Mariano Del Toro: “Teníamos bacterias creciendo con cierto nivel y para que nos rindiera el día teníamos que venir a ponerlas a las 4 de la mañana, para que a las 9 ya pudiéramos empezar con todo”.El proyecto es asesorado por Carolina Senés Guerrero y Roberto Portillo Lara, profesores de la Escuela de Ingeniería y Ciencias (EIC), del área de Bioingeniería.El equipo completo de Lactobachill está conformado por: Ana Cecilia Luque Vadillo, Ana Cristina Figueroa Ramírez, Andrea Zepeda Hernández, Alma Sofía De Robles Olivas, Álvaro Roberto Bautista Ayala, César Augusto Sánchez Bedía.Así como Diana Isabel Tamayo Ramos, Diego Espinoza Serrano, Fernanda Erandi Díaz Escobar, Frida Camila Cruz Casillas, Lizette Íñiguez Ruis, Mariano Del Toro Barbosa, y Triana Mayra Sánchez Huerta.AC