La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) anunció que nueve astronautas integrarán las dos primeras tripulaciones que irán al espacio desde Estados Unidos (EU) en siete años, después de que la agencia pusiera fin al lanzamiento de sus transbordadores.Los astronautas conformarán los equipos de los vuelos de prueba y de las tripulaciones que irán a la Estación Espacial Internacional (EEI) a bordo de las dos naves comerciales que las compañías Boeing y SpaceX planean enviar a la estratosfera a lo largo del próximo año.“Esto es lo excitante del asunto: por primera vez, desde 2011, estamos a punto de enviar astronautas estadounidenses en cohetes estadounidenses desde suelo estadounidense”, comunicó el administrador de la NASA, Jim Bridenstine, durante una ceremonia de presentación en el Centro Espacial Johnson de Houston.La primera dotación en ser presentada fue la de la cápsula Starliner de Boeing, que realizará un vuelo de prueba previsto para mediados de 2019 y que saldrá desde Cabo Cañaveral, propulsada por un cohete Atlas V de la United Launch Alliance.Esta tripulación estará compuesta por tres astronautas: Eric Boe, quien fue piloto del transbordador Endeavour; Chris Ferguson, quien participó en el último lanzamiento; y la debutante Nicole A. Mann.A pesar de su carácter comercial, con estos lanzamientos Estados Unidos vuelve a retomar protagonismo en la carrera espacial después de que hace siete años comenzara a depender de Rusia para el envío de astronautas al espacio, con el objetivo de reducir el costo de sus misiones. A partir de entonces, China y Rusia han desarrollado infraestructuras que les permitieron convertirse en referentes en aportaciones de este tipo.Dependencia de potenciasEn los últimos años la estratósfera, más que el escenario de una competencia mundial, se convirtió en un punto de encuentro entre las principales potencias en la carrera espacial, como pone de manifiesto el buen momento que atraviesa la Estación Espacial Internacional (EEI), en el que investigadores de diversas naciones colaboran codo con codo.Fruto de este espíritu colaborador, en los últimos años Washington confió en las infraestructuras rusas para enviar a sus astronautas, gracias a la nave Soyuz, que habitualmente despega desde la base kazaja de Baikonur, una instalación financiada por Moscú.Ese ejemplo de la dependencia es la primera barrera que busca derribar el Gobierno estadounidense con su programa espacial privado.80 millones de dólares, por asiento, pagó Estados Unidos por el envío de astronautas a la EEI en la nave rusa Soyuz en los últimos siete años.