Ícono del rap en español, uno de los exponentes con mayor repercusión musical en el género a nivel global, Nach dejó de lado la música para abandonarse a la escritura sin música. Alejado de los ritmos, de los conciertos donde sus letras se corean sin pausa, el rapero nacido en Albacete, España, se dedicó a escribir su primer libro de poesía. Bajo el título de “Hambriento”, el libro se divide en cuatro capítulos, cada uno refleja un estadio emocional. “Empecé sabiendo que había un viaje, que había una sensación de vacío que necesitaba llenar, de ahí el título de ‘Hambriento’; y luego cuando empecé a escribir poemas me di cuenta que estaban ubicados en ciertos lugares que fui ordenado, el cómo fui entrando en contacto con ciertas personas, los momentos de soledad, el regreso a casa. Visualicé ese viaje y me puse a ejecutar los poemas y me di cuenta que estaban colocados en cuatro capítulos y por eso hay cuatro corazones en la portada”.En entrevista, Ignacio Fronés, nombre de Nach, comenta que la necesidad de escribir un poemario surgió debido a su necesidad de mostrar lo que ha pasado en estos últimos años. “Me quería exponer. Llegué a una edad en la que he pasado mucho, en la que he hecho mucho, han hablado bien y mal de mí, ya estoy acostumbrado a estar en la palestra y no tengo miedo a desnudarme. Era un momento de explicar determinadas cosas porque necesitaba hacerlas yo. Yo quería contar mi historia, mis grietas humanas en estos últimos cuatro años. El libro me ha servido de terapia, de análisis, de mirarme al espejo y hablar conmigo y decirme muchas cosas que yo no quería ver de mí mismo. Me ha servido tanto que creo que voy a escribir otro. Esto engancha, cuando entras en esto necesitas la poesía para hacer que florezcan sentimientos que si no se escriben se pudren y mueren”.La carrera de Nach inició en 1999 con el LP “En la brevedad de los días” (1999); en el 2003 se convirtió en el artista más vendido gracias a su disco “Poesía Difusa”, mientras que en el 2015 lanzó su nás reciente álbum de larga duración: “A través de mí”. Con una trayectoria de años, el reto de modificar su proceso de escritura implicó varios retos.“Salirme de la métrica del hip hop cuando me puse a escribir poesía era algo que quería hacer, quería olvidarme de bombos, de cajas, quería olvidarme de la rima también, y lo que quise era presentarme frente al papel de manera muy libre. Decidí bajar pulsaciones, relajarme y creo que cambié el chip muy rápido, no me costó nada ponerme a escribir frases, imágenes, yo creo que después de 20 años de tener una relación con la palabra, uno sabe cómo relacionarse con ella, hacerse servir de ella, y no me costó mucho; de hecho ahora lo sigo haciendo, cuando me tengo que poner a escribir cambió el chip enseguida y me pongo en la instrumental”.Y señala que puede separar los formatos de escritura; ya que no es lo mismo escribir una canción de 16 líneas y coros de dos versos que hacerlo frente a una hoja en blanco sin los esquemas rígidos. “He sabido diferenciar eso, siempre surgen ideas y yo sé que están en mí, dentro de algunas partes de mí, que sirven para plasmar en una canción de hip hop y hay otras partes que sirven para escribir un poema, no sé si tiene que ver con partes más profundas, más profundas y afectivas; esas las llevó más a la parte del papel. He diferenciado ambas cosas, para mí el hip hop es estar en un bar, charlando con amigos y hay música de fondo; mientras que la poesía es el silencio cuando voy al baño, y ahí me miro al espejo y hablo conmigo. Son momentos muy diferenciados y que elijo yo cuando hacerlas”.Tras años de escribir versos sobre bases musicales, ahora busca que la poesía se esparza por otros canales. Y en tiempos tan convulsos y revueltos, Nach dicta que la escritura poética le sirve, a pesar de la contradicción, para encontrarse a sí mismo. “La poesía me sirve para decorar mi casa interior de una manera que me haga sentir más conectado con la vida, y que me conecte con mis recuerdos, con mis anhelos, gracias a la poesía conecto cables con la vida y eso me parece importantísimo para sentirme feliz. Me he encontrado un poco más, este libro me ha servido para eso, pero en esta búsqueda estoy muy lejos de hacerlos: he recorrido mucho y me queda mucho por hacer. Estoy en el camino y acepto que no voy a conocerme del todo a mí mismo pero al menos me aceptaré tal como soy”.Convertido en una figura a seguir, es escritor reconoce que tiene influencias poéticas muy clásicas, sin dejar de lado la nueva poesía que se escribe en castellano. “Hay muchos poetas que sigo, yo empecé con Miguel Hernández, con Federico García Lorca, la Generación del 27, las Sinsombrero, que fueron las mujeres que no se escucharon mucho en la época pero que tuvieron un discurso muy interesante. Luego también autores como Cavafis, Cernuda, Pizarnik, Gil de Biedma; más nuevos quizá Luis García Montero, Ángel González, en fin… Pero también hay gente de una nueva generación que me interesa mucho: Sara Búho, Batania, Ajo, hay mucha gente muy buena en el underground que juegan y tienen un discurso increíble”. Sobre los intereses que tiene en cuanto a la poesía misma, explica que lo que le interesa es llegar a la mayor cantidad de lectores y dejar un mensaje positivo. “Yo lo que intento es proclamar la empatía, que la gente se ponga en la piel del otro; creo que es la única base para que esto funcione a nivel global. Hoy en día el individualismo que tiene la sociedad hace que no practiquemos la empatía tanto como deberíamos. La necesidad principal del ser humano es ponerse en la piel del otro de verdad”. Este artículo forma parte del SUPLEMENTO TAPATÍO. Búscalo cada domingo en la edición impresa de EL INFORMADOR o navega la edición hojeable a continuación: