Martes, 26 de Noviembre 2024

Memoria viva de la artesanía mexicana

Las artesanías mexicanas pueden ser innovadoras, así lo demuestra Jorge Natera Orozco con los productos que expone en la tienda Memoria Mexicana

Por: Jorge Pérez

Los alebrijes de Jorge incuyen una memoria USB. EL INFORMADOR / G. Gallo

Los alebrijes de Jorge incuyen una memoria USB. EL INFORMADOR / G. Gallo

La memoria de un pueblo se guarda en múltiples sitios, uno de ellos son las artesanías. Con una manifestación de creatividad y tradición, México ofrece un amplio abanico en la variedad de artesanías, que varían de región en región. Aunque en la mayoría de las ocasiones son prácticas que se remontan siglos atrás, en las artesanías mexicanas sigue habiendo innovación: un claro ejemplo de ello son los alebrijes de Memoria Mexicana, que guardan en su interior una memoria USB.

Proyecto del emprendedor Jorge Natera Orozco, la fabricación y comercialización de estas piezas lleva ya varios años, pero desde este mes cuenta con un espacio propio para la venta y exposición, a la que se le suman otras artesanías.
 

Retratar la creación artesanal

Jorge empezó su formación en diseño digital, en León, para luego mudarse a Guadalajara e inscribirse en el ITESO en ingeniería civil. Fue en la universidad jesuita donde se topó con la gestión cultural, que lo cautivó y se convirtió en su tercera carrera, su vocación. Tras estudiar la gestión de la cultura de 2010 a 2014, gracias a un amigo conoció Santa Clara del Cobre y sus artesanías, lo que lo orilló a pensar en un proyecto para registrar el proceso de creación de las artesanías. Lejos de las cápsulas televisivas, Jorge quiso retratar ese proceso en su totalidad, más a profundidad.

Tras la producción y al haber colaborado con los artesanos, Jorge descubrió que quería seguir en contacto con ellos, no solo por su calidad profesional: también por su calidad y calidez humana. Lo siguiente era encontrar qué podría hacer para seguir el mundo de las artesanías.

Jorge no recuerda el momento preciso en el que vinculó los alebrijes con la memoria USB: “quizá fue después de una navidad”, señaló, cuando recibió como regalo un alebrije.

En la siguiente edición de Enart compró varios de pequeño tamaño para hacer las pruebas e intentar insertar una memoria USB, pidió herramientas prestadas y lo logró. El siguiente paso sería encontrar un proveedor adecuado. Para ello se trasladó a Oaxaca, donde contactó con el Instituto Oaxaqueño de las Artesanías, donde le recomendaron el taller de unos artesanos a tres horas de la ciudad.

Así conoció a Pablo Ríos, con cuya familia ha colaborado desde entonces. En el taller trabajan regularmente seis personas, quienes comenzaron produciendo 50 piezas al mes, hasta subir a 300 actualmente.
 

Un regalo útil

Además, Memoria Mexicana ha encontrado un nicho de mercado con este producto: los regalos corporativos. Lejos de ser el típico regalo, estas memorias USB ofrecen algo útil (para transportar archivos), a la par de ser un pequeño adorno en el escritorio, con temática mexicana. La Cámara de Comercio, la fundación de Alejandro Fernández y varios congresos han sido sus clientes.

A la par de esas ventas al por mayor, Memoria Mexicana también ha continuado la comercialización al menudeo. Hasta hace unos meses, Jorge rentaba espacios aislados en diferentes partes de la ciudad, donde podían exponer sus productos. Al hacer cuentas notó que si encauzaba la inversión en un solo sitio podría abrir su tienda, y así lo hizo. A comienzos de mayo abrió Memoria Mexicana, la tienda, en la calle Morelos (casi esquina Bernardo de Balbuena).
 

Hamacas, bordados, alebrijes y más

Jorge abrió el espacio para otras marcas y artesanos, tanto de Jalisco como de otros estados de la República. A la venta se encuentran prendas, como los huipiles de la costa oaxaqueña. Otros textiles son hamacas, piezas de Chiapas o bordados de Tenango, Hidalgo.

De la zona metropolitana, Jorge cuenta con varias manifestaciones de la tradición tonalteca: hay piezas en barro canelo, aportación de la familia Pajarito. Una curiosidad para los peatones tapatíos serán las mesas, con el diseño icónico de las banquetas de antaño. Más obras en barro son originarias de Oaxaca, mientras que también hay más opciones de alebrijes, igualmente provenientes de Oaxaca pero con variaciones en tamaño y pintura por la fabricación (hay un alebrije lector, por ejemplo, hecho por Jesús Hernández).

Como homenaje a uno de los orígenes de Memoria Mexicana, en la tienda también hay productos de Santa Clara del Cobre. Para los amantes de la escritura se ofertan las libretas de la marca tapatía Sr. Cantaloup, en diferentes tamaños y estilos. De la capital del país hay típicos juguetes mexicanos hechos de madera, de la marca Nuju.

Los proyectos a futuro de Memoria Mexicana incluyen un libro para colorear, con imágenes de las artesanías simétricas de la tradición mexicana. Por un lado se muestra la hoja para colorear, mientras que del otro lado se aprecia la versión original con los datos del artesano. De alguna forma, el libro es también un catálogo con unos 35 diferentes tipos de artesanías. La primera edición se logró fondear a través KickStarter; ahora prepara la segunda edición.

Otro producto futuro es un gancho para colgar bolsas en mesas, esos pequeños artefactos, pero con una superficie artesanal en su parte superior. Fuera de Guadalajara, actualmente comercializan sus piezas en Los Cabos, Querétaro, Ciudad de México y Cancún. 

 

JA

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