El académico argentino Federico Finchelstein publicó en Taurus el libro “Del fascismo al populismo en la historia”, un ensayo histórico que rastrea el devenir de dos términos que marcaron al siglo XX.En entrevista, el autor contó: “Este libro de alguna forma es la culminación, aunque no es el último que escribiré, pero sí es un punto de llegada luego de un recorrido de dos décadas sobre la historia del fascismo y populismo. Es una reflexión histórica que discute con la idea política, fundamentado teóricamente. La idea del libro es pensar la relación entre fascismo y populismo, por un lado pertenecen a una historia más larga: las historia de las ideas contra la democracia, casi dos siglos”.Ambos términos “son diferentes pero están relacionados”, tanto lo están que públicamente se da la confusión entre ambos. Federico es muy claro en ese sentido: “Se da por varias razones, hay usos y abusos de estos dos términos. El más común es como insulto: es una categoría para descalificar a quienes se conciben fuera del campo de la democracia”. El autor cita casos como el británico Tony Blair o Enrique Peña Nieto: “Identifican populismo como todo aquello que se les opone. El término se vacía de contenido, aparece como una forma de descalificación. Otro abuso es no entender la diferencia histórica: el fascismo es una forma de dictadura. El populismo surge no como ideología o movimiento, pero surge como régimen político, como forma de gobernar tras la derrota de los fascistas en la segunda guerra”. Una diferencia frente a la dictadura es que el populismo es “una forma de hacer política, autoritaria, antiliberal, y sin embargo es democrática. Parece una contradicción, pero en la práctica se da una conjunción”.En las tres últimas elecciones presidenciales mexicanas el término populismo ha sido utilizado, pero, ¿AMLO es populista? Federico ha tratado ya el tema: “Escribí en ‘Clarín’ hace poco, según mi parecer, como experto en populismo, la campaña de AMLO en esta elección no fue populista. El populismo no es una esencia, es una forma de entender y hacer política. La forma en que Obrador se vio fue pensando precisamente cómo no hacer una campaña populista. No soy experto en México, soy experto en populismo, y por lo que observé no vi esa situación. Mucho menos lo que vemos en esos camiones: es un abuso del término… Si comparamos la campaña ultrapopulista de Trump con AMLO no tienen nada que ver”.Sobre México, cuyos gobiernos hacia mitad del siglo XX fueron calificados como de izquierda o populistas, comentó el historiador: “Es una historia distinta a Latinoamérica. El populismo es una forma de democracia autoritaria: tengo serias dudas si lo que hubo en México en el siglo XX fue una democracia. Ni el cardenismo ni Ávila Camacho pueden ser populistas: las elecciones eran limitadas, había opciones pero dentro del partido. No había lógica de un régimen democrático”.En ese sentido de democracia, Venezuela dejó de ser populista (hay oposición encarcelada, elecciones poco libres): “Deja de ser populista para convertirse en dictadura”. Es un fenómeno de excepción en los regímenes populistas: “Se da algo muy inusual, lo mismo que sucedió en Turquía, históricamente el populismo al perder las elecciones lo aceptó: las elecciones son importantes como legitimidad”. Regularmente, los gobiernos populistas terminan con la derrota en las urnas o con golpes militares, como sucedió en Argentina.Síntoma de crisis“Del lado del pueblo, la votación por líderes populistas es por las tecnocracias. Son las grandes causantes de los populismos”. Federico platicó: “El populismo es también síntoma de una crisis de representación, gente que no se siente representada por los políticos en el poder, los partidos tradicionales. En muchos casos se relaciona en Europa, Argentina y en otros países, con la tecnocracia: el gobierno de los expertos. Los candidatos se votan, pero al llegar al poder ellos hacen lo que dicen los expertos, no hay representación, es lo que genera”. El argumento del populista es: “El problema es que no los representan, yo sí lo haré. Pero no porque haga lo que le piden, sino porque ‘sabe mejor lo que el pueblo quiere’. Lo que termina sucediendo es una menor representación: pasamos a un iluminado que sabe lo que queremos, sin consultarnos”.Sobre la actualidad del populismo, con representantes como Donald Trump o Le Pen en Francia, Federico destacó el tema del racismo: “Es una muy mala forma de hacer política. Para los primeros populistas era una mala palabra. El populismo de extrema derecha se parece cada vez más a lo que querían dejar detrás los primeros populistas. Es una historia rara, no hay una linealidad, pero tampoco es un círculo completo: quieren ganar elecciones, no son fascistas”.Su bibliografíaFederico ha publicado previamente otros libros sobre el mismo tema, pues ha estado abocado “desde que empecé a pensar como historiador”. El primer libro fue editado por el Fondo de Cultura Económica (“Fascismo, liturgia e imaginario”): “Un análisis de la liturgia y de los mitos del fascismo argentino”. Siguió otro en el mismo sello, y estudia “las relaciones entre el fascismo argentino y el italiano, en la época de entreguerras y de la segunda guerra mundial” (titulado “Fascismo trasatlántico”). Otro par de libros son uno de ensayos sobre el holocausto y un “Análisis de los orígenes del fascismo en Argentina” (“El canon del holocausto” y “Orígenes ideológicos de la guerra sucia”, respectivamente).Actualmente, Finchelstein imparte cátedra en New School for Social Research, en Nueva York.