El hecho de que sean idénticas y vistan siempre igual no es lo que más asombra de las hermanas Thais y Esperanza Loera Ochoa, mellizas que desde hace décadas han destacado por una peculiar carrera desde la trinchera de la abogacía, los Derechos Humanos y la paz.Las anécdotas sobre la gente que las confunde o se sorprende al saber que estas hermanas son idénticas son muchas, pero más asombra el legado que han sembrado y la visión que tienen sobre las leyes, el desarrollo profesional y la educación en la juventud. “Nacimos gemelas, siempre nos hemos sentido muy acompañadas una de la otra, nuestra infancia fue muy bonita porque fuimos las mayores de una familia de seis hijos. En casa somos cinco abogadas y nuestro hermano se decidió por la ingeniería. Desde niñas, por nuestro abuelo, teníamos ya la idea de la importancia del derecho y la justicia, por eso nos gustó estudiar derecho”, explica Esperanza. Amabas coinciden en que desde la infancia entendieron y comprendieron muy bien su condición de gemelas y aunque en algún momento sus padres, por petición del psicólogo, consideraron ya no vestirlas igual para que cada una estructurara su personalidad, las hermanas se resistieron y desde sus primeros años decidieron que vestirse igual sería una decisión que harían y siguen haciendo con gusto a la par que cada una ha forjado su propio carácter y misión en la vida.“Desde que nacimos mi mamá siempre nos vistió iguales, cuando teníamos 10 años el psicólogo le dijo a mi mamá que era mejor vestirnos diferentes porque no íbamos a desarrollar nuestras personalidades, mi mamá nos compró ropa diferente, pero nosotras en un acto de rebeldía le dijimos que no y duramos tres meses sin quitarnos el uniforme de la escuela hasta que nuestros papás aceptaron que hiciéramos nuestra voluntad”, añade Esperanza.“Más allá de causar curiosidad por ser gemelas, lo importante es que hemos tratado de ser dos mujeres auténticas en hacer de nuestra vida lo que hemos querido sin importarnos el qué dirán, nos hemos empeñado en romper el paradigma, lo importante de una mujer es lo que vas haciendo en tu vida profesionalmente, vestir igual o no, es lo menos relevante para nosotras, vivimos felices haciendo lo que queremos aunque vayamos en contra de la corriente”, señala Esperanza.Sin duda, las hermanas Loera Ochoa son de las maestras más queridas y respetadas por el alumnado del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara, en donde se han consagrado como profesoras para impulsar a nuevas generaciones dentro de la carrera de Derecho.Aunque ambas son abogadas y doctoras en Derecho, Esperanza se ha enfocado al área social y las relaciones públicas, en tanto que Thais se ha encaminado al estudio de los juicios, de esta forma, logrando armar un buen equipo de respaldo entre ambas cuando hay proyectos en las que las dos participan.“Fuimos las primeras abogadas externas de Banamex, los abogados externos siempre se destinaban a los hombres y nosotras fuimos las primeras mujeres; consideramos que empezamos a abrir la brecha a abogadas que trabajaban para despechos, pero cuyos titulares eran hombres, eso ha sido muy bonito el haberlo logrado”, puntualiza Thais, al recordar que gracias a la personalidad de cada una han logrado marcar un respeto en cada ámbito social y laboral en el que se desenvuelven.“Esperanza y yo fuimos muy vagas de niñas, ella era más traviesa, siempre ha sido más de parte social, muy extrovertida, las travesuras de ella las pagaba yo, los maestros nunca sabían quién había hecho tal broma. En la primaria nos ponían un moño azul y otro rojo para distinguirnos y Esperanza siempre me pedía intercambiar el mío para librarse de sus travesuras”.Thais Loera Ochoa resalta las aportaciones que con mucho esfuerzo han logrado en materia de Derechos Humanos, al recordar que de las épocas más complicadas que estas gemelas han vivido fue durante los años 90 cuando comenzaron a impulsar con fuerza sus ideales en este terreno.“La gente en Jalisco no entendía lo que esto significaba, lo que implicaba, la situación era penosa hasta para las propias academias porque los maestros no ofrecían ese estudio de los Derechos Humanos con garantías constitucionales. Hablábamos de que una cosa era diferente a la otra y nos regañaban, hemos tratado de contribuir en esta materia y ahora el panorama es diferente, sigue siendo difícil, logramos que la materia de Derechos Humanos fuera una asignatura autónoma y obligatoria”.