¿De qué hablarán este miércoles los presidentes Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador en la Casa Blanca? El motivo oficial de la invitación es la celebración del nuevo acuerdo comercial entre México, Canadá y Estados Unidos, aunque será difícil que no encaren el gran motivo de discordia entre ambos países: el muro. La expectación es máxima ya que será, además, el primer cara a cara entre ambos desde que asumieron el poder. Trump arribó a la Casa Blanca en 2017 con un insistente mensaje nacionalista y retórica xenófoba que buscaba reforzar Estados Unidos de las amenazas externas, especialmente de la frontera sur. Como símbolo, no ha dejado de esgrimir el muro con México como su gran propuesta. De hecho, hace apenas unos días viajó a Arizona y estampó su firma en unas de secciones de nueva construcción de la barrera fronteriza. Por su parte, López Obrador, que llegó a la Presidencia a finales de 2018, ha mantenido la estrategia empleada por su predecesor, Enrique Peña Nieto, y ha evitado responder a la agresiva retórica desde la Casa Blanca. A comienzos de año, el Presidente mexicano lo repitió: "Debemos tener en cuenta que hay elecciones en Estados Unidos, entonces es un tiempo especial. Nuestra relación con ese gobierno es buena, no queremos pelearnos. Paz y amor y, aunque nos cuquen (molesten), no nos vamos a enganchar". Esta postura le ha granjeado numerosas críticas por su incapacidad para responder con contundencia los abusos de EU, pero es una estrategia a la que ha sido fiel López Obrador. "Aparentemente ha juzgado que los intereses de México están mejor servidos buscando acomodo con Washington siempre que sea posible e ignorando o restando importancia a los excesos retóricos y acciones unilaterales tomadas principalmente como resultado de cuestiones políticas domésticas estadounidenses", explicó Eric Farnsworth, exfuncionario del Departamento de Estado y vicepresidente del centro de estudios Council of the Americas. Por ello, se prevé que Trump y López Obrador fijen la atención puntos de coincidencia como el T-MEC, el acuerdo comercial que sustituye al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) vigente desde 1994 y que fue otra de las promesas de campaña del mandatario estadounidense. "El T-MEC es el mayor, más justo y más equilibrado acuerdo comercial jamás negociado y contiene provisiones innovadoras para ayudar a crecer la economía y apoyar empleos estadounidenses", aseveró Trump en un comunicado. El nuevo acuerdo, que entró el vigor el 1 de julio, incluye varios cambios importantes en un flujo comercial entre los tres países que asciende a un valor de unos 1.2 billones de dólares. En concreto, modernizará la relación entre los tres países al incluir temas como la facilitación del comercio electrónico y el almacenamiento de datos, pero también elevará los costes en el sector automotriz de Norteamérica. Estados Unidos, que amenazó con hacer añicos el previo, ha sido visto como el gran vencedor del nuevo pacto, especialmente por reforzar las exigencias proteccionistas en los sectores automovilístico y siderúrgico, mientras que México y Canadá, en menor medida, tuvieron que ceder para mantener el acceso privilegiado a la primera economía mundial. Paradójicamente, y pese a la distancia que separa al izquierdista mexicano del conservador estadounidense, ambos líderes coinciden en su enfoque respecto la gran crisis del momento: la pandemia del coronavirus. Tanto Trump como López Obrador, que encabezan dos de los países más golpeados por el virus en el continente americano junto con Brasil, se han resistido a aplicar estrictas medidas de restricción de movimientos y distanciamiento social a la vez que han subrayado la importancia de mantener la actividad económica. Ninguno de los dos ha aparecido con máscaras y ambos han retomado los viajes dentro de sus respectivos países pese a las recomendaciones médicas de los expertos de evitar congregaciones masivas. Sí que acordaron el cierre de la frontera entre México y Estados Unidos, al menos hasta finales de julio, con el consiguiente detrimento económico. "López Obrador no es una criatura de la opinión pública, tiene una feroz lealtad a sus propios instintos políticos y su visión del mundo, algo en que es muy parecido al presidente Trump. En esto, ambos líderes parecen entenderse y también respetarse", sostuvo Farnsworth. IM