Viernes, 22 de Noviembre 2024

Porque el COVID-19 “no existe”, don Ricardo sale diario a pasear

Aunque el aislamiento es obligatorio para este sector de la población, adultos mayores salen a la calle; algunos lo hacen por necesidad

Por: Yunuen Mora

Don Ricardo suele salir a diario, aunque es parte de las personas vulnerables por ser adulto mayor. EL INFORMADOR / A. Camacho

Don Ricardo suele salir a diario, aunque es parte de las personas vulnerables por ser adulto mayor. EL INFORMADOR / A. Camacho

En una banca frente al Ex Convento del Carmen, don Ricardo suele estar a diario, aunque es parte de las personas vulnerables por ser adulto mayor y aunque el aislamiento es obligatorio para esta población.

Ahora sale con cubrebocas “para que no me lleve la patrulla”, sin embargo señala que “no existe” y que “todos nos debemos a la muerte”.

Como él, se ha visto un incremento de este sector de la población en las calles. Otro de ellos es don Antonio, que tiene 85 años y es originario de La Barca.

“No existe eso (virus). Yo no conozco a nadie infectado, ni de mi familia, o que se haya muerto”, señaló. Además, detalló que vino a pasear pues una de sus hijas vive en Guadalajara y lo trajo a conocer.

Roberto, de 75 años, es la primera vez que sale desde que comenzó la pandemia, pues vive en Chapala y sus hijos no lo dejaban salir. Esta vez salió, pero no fue para algo esencial, si no para recoger a un familiar en la Estación Juárez del Tren Ligero.

Sin embargo, también hay quienes siguen saliendo por necesidad.

Uno de ellos es don Julián, de 70 años, quien vende pulseras y collares afuera del Templo Expiatorio.

EL INFORMADOR / A. Camacho

“Me dieron mi ayuda de 70 y más adelantada para cuatro meses y me resguarde dos, pero ya se acabó el dinero y necesito el trabajo. Tengo que salir a rifarmela, pero prefiero morir acá afuera luchando a morir en la casa de hambre”, expresó.

Carmen Delgado es otra de las personas vulnerables que necesita trabajar para vivir. Tiene 62 años y junto con su cuñado de 64 venden tacos cerca del Templo Expiatorio. Aunque aceptó que hay miedo de contagiarse, también subrayó que “hay que comer”.

Pese a que las ventas bajaron hasta 90%, detalló que trabajan de lunes a domingo.

“Nos encerramos dos meses, pero ya se acabaron los ahorros y tenemos que trabajar. No nos perdonaron la renta ni nada”, dijo.

José Gutiérrez, de Autlán, había permanecido resguardado junto con su esposa, pues ambos son adultos mayores y tienen enfermedades crónicas: hipertensión y diabetes, aunque esta vez tuvo que salir con precauciones para llevar a su esposa a una cita médica.

LS

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