Claudia Patricia Esqueda y Ramón Plasencia son invidentes y se dedican a vender dulces en las calles y mercados para sobrevivir, pero han visto empeorar su situación económica desde que llegó la pandemia de COVID-19. A raíz de la contingencia sanitaria y las medidas de aislamiento social casi no obtienen ingresos.Antes ganaban hasta 400 pesos al día y ahora venden 100 pesos como máximo. “Nosotros vivimos de la gente, pero si no hay gente en las calles y no hay movimiento, tampoco para nosotros”, compartió Claudia.Ambos han solicitado apoyo para conseguir un trabajo fijo desde casa para así también reducir el riesgo de contagio por el virus. Sin embargo, no lo han obtenido hasta el momento.“Buscamos trabajar en casa, queremos poner una mesa de dulces porque ya no aguantamos andar en la calle”, explicó Ramón Plasencia.Además de la difícil situación en las calles, la salud de Ramón también le impide caminar demasiado. “Antes en el mercado San Juan Bosco caminaban hasta 36 cuadras y ahorita nueve cuadras ya no las aguanto”, mencionó.La pareja ha acudido a diversas ferias del empleo para personas con discapacidad, pero no han podido vincularse en un puesto laboral.El Gobierno del Estado los respaldó con cinco mil pesos, cantidad que no les sirvió para aliviar su precaria situación económica. “Es lo único que hemos recibido porque un apoyo fijo oficial no lo tenemos”, señaló Claudia. JL
