
‘Lo único que pedimos es encontrarlos como Dios nos los quiera regresar’: Madres buscadoras
Integrantes del colectivo Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos se reunieron en la Glorieta de las y los desaparecidos para exigir, una vez más, que las autoridades hagan su trabajo

Sólo las llamas de las veladoras iluminaban los rostros, estoicos, valientes, pero hundidos en la tristeza, de los padres y madres buscadoras. EL INFORMADOR/ O. Hernández.
"¿Alguien fuma o tiene un encendedor?", preguntó una madre buscadora. El viento arreciaba, en cuanto prendían una veladora se apagaba, pero volvían a encenderla. Así ocurrió al menos tres veces hasta que comenzaron a cortar vasos de plástico para ponerlos encima de la llama, para protegerla. Así se quedaron prendidas. Ahora tocaba el turno de los zapatos, tenis, o una prenda de ropa, colocadas al pie de la fotografía de la persona desaparecida. En el marco del luto nacional "Nunca más, Teuchitlán", integrantes del colectivo Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos (FUNDEJ) se reunieron en la Glorieta de las y los desaparecidos para recordar a su ser querido y para exigir, una vez más, que las autoridades hagan su trabajo y encuentren a los que ya no están.
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Ya eran las seis de la tarde. El sol, hasta eso, no golpeaba como lo había hecho en otros días del mes. El de ayer era suave, gentil. Los padres y madres buscadoras ya se congregaban en la glorieta, y con ellos Leslie Gabriela, Carlos, Jorge, Abraham, Fernanda..., pero sólo su fotografía. Unos llevaban sus tenis de correr favoritos, otros la playera que nunca se quitaban y otros más sus lágrimas y sollozos al recordar el nombre de su hijo, sobrino o hermano. Aun en la agitación, el silencio reinaba en la Glorieta; sólo algunos susurros aislados y el claxon de los carros se escuchaban en el vacío.
"Nos está matando la incertidumbre de que no sabemos realmente quién está ahí (en el rancho Izaguirre, en Teuchitlán). Vemos cómo están los huesitos y hay unos que son puro polvo, pero lo único que pedimos es encontrarlos como Dios nos los quiera regresar, pero encontrarlos", dijo la mamá de Jorge, desaparecido el 22 de septiembre de 2020 cuando viajaba de Zapopan a Mazamitla. Hasta la fecha la Fiscalía aún no sabe dónde desapareció el joven.
Ya oscurecía. El atardecer, como de esos que se repiten los sábados en Guadalajara, ya se escondía detrás de los Niños Héroes. Sólo las llamas de las veladoras iluminaban los rostros, estoicos, valientes, pero hundidos en la tristeza, de los padres y madres buscadoras. Comenzaron las plegarias para pedir por los desaparecidos y los cientos de víctimas encontrados en Teuchitlán. Reunidos en un semicírculo, en el centro sólo quedaron ellos, los que ya no están.
"Sigo buscándote, no me rindo", "Hasta encontrarte", "Vivos se los llevaron, vivos los queremos", gritaban entre lágrimas las y los buscadores hasta que empezaron sonar las canciones que terminaron por derrumbarlos. ¡Cómo quisiera ay! Que tú vivieras. Que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca y estar mirándolos. Amor eterno e inolvidable… La primera y algunas abandonaron el semicírculo. Fue demasiado. Entre perros, ratas, buitres y coyotes. Entre palos ya podridos en el monte. Bajo el brazo del sol que no perdona la estación sigo buscando los restos de mi amor. La segunda y la formación se desmoronó. Sólo aquellas que aguantaron las lágrimas se quedaron al lado de las fotografías, tenis, prendas de ropa y veladoras.
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"Nuestro corazón y nuestra mente nos llevan a pensar que muy probablemente nuestros hijos estuviesen allí (en el rancho Izaguirre), y ya no vamos a saber nada de ellos. Por eso estamos aquí. Vamos a rezar y vamos a prender unas veladoras", dijo Guadalupe Aguilar, coordinadora de FUNDEJ.
Al final terminaron con un minuto de silencio en memoria de los desaparecidos. Un niño que pasaba al lado de las fotografías preguntó a su padre por qué dejaban los zapatos en el suelo si alguien se los podía llevar. "Es para recordarlos. Lo más seguro es que ya estén muertos", respondió él. Ya había oscurecido y la música de los bares de Chapultepec retumbaba por encima de los sollozos de los padres y madres buscadoras.
NA
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