Con unos 60 años de existencia, el Tianguis de El Baratillo, el más importante de Guadalajara por extensión, longevidad y variedad, tiene el origen de su tradición en la herencia familiar de sus comerciantes.Los puestos más antiguos son actualmente administrados por nietos e hijos de los primeros tiangueros, incluso los comerciantes más longevos, comenzaron sus negocios con ayuda de su núcleo familiar.Puestos como el de Don Francisco, Rigoberto y Regino, tienen décadas en servicio, y aunque siguen siendo los patrones de estos negocios, sus hijos y nietos trabajan como ayudantes, preparándose para ser los próximos encargados."Comencé hace más de 40 años, un familiar me invitó a trabajar al tianguis. Teníamos unas cajas con unas tarimas y poquito producto. Yo empecé con mi señora, pero hoy en día quien me ayuda es mi nieta", relató Francisco Sánchez, quien tiene una cremería sobre Juan. R Zavala, a la altura de Pablo Valdez.Uno de los puestos más populares de comida en el tianguis, es el de Don Rigoberto Rivera, quien tiene un asadero de codornices y conejos, el cual lo atiende con su esposa y sus hijas, sobre Juan R. Zavala, cerca de la calle Luis Mora. Este negocio ya lo tenía desde hace años un pariente suyo, que se lo pasó a Rigoberto hace poco más de 35 años."Yo tengo casi 40 años trabajando productos y accesorios para mascotas, jabones, shampoo, juguetes, correas. Cuando inicié mi puesto era más chico, sólo con unos tablones, había menos competencia. Yo trabajo con mi hermano y un tío", contó el señor Regino Fonseca, quien atiende en el área de mascotas, a la altura de Manuel Payno.En algunos casos, los hijos decidieron ahuecar el ala y emprender sus propios negocios con puestos aledaños, de tal manera que, en algunos casos, varios puestos de El Baratillo pertenecen a una misma familia que trabaja en este sitio desde sus inicios.El tianguis de El Baratillo se instala todos los domingos al oriente de Guadalajara. Su longitud de aproximadamente 6.3 kilómetros, abarca unas 60 cuadras que se extienden principalmente en las calles Puerto Melaque, Juan R. Zavala, Santa Beatriz, entre otras, de las colonias San Juan Bosco, Mirador, Belisario Domínguez, Oblatos, Reforma y Santa María.La amplitud de El Baratillo es aprovechada por los comerciantes que ofrecen una vasta variedad de productos, entre los que puedes encontrar alimentos, ropa nueva y de segunda mano, tenis, juguetes, electrónica, artículos para mascotas, bicis, motocicletas y sus partes, artículos de colección, verdulería y frutas, cereales, semillas, artículos deportivos, herramientas, maquillaje, perfumería, productos de importación, bisutería, relojes y hasta refacciones.Esta nutrida gama de productos la ejemplifica el asadero de Don Rigoberto, un reconocido puesto de comida entre los propios comerciantes y clientes de lugar, no sólo por su sansón, sino por sus platillos principales: conejos y codornices.Los mismos tiangueros refieren a Don Rigoberto como unos de los comerciantes más longevos de El Baratillo. Su negocio consta de un asadero de generoso tamaño, que no deja de surtir de conejo, codornices, bisteces y chorizos, para atender a la clientela que no le permite parar, la cual come en un par de mesas largas, mientras otros cuántos deben hacer fila para esperar lugar.Desde varios metros a la distancia es posible apreciar el aroma de la cerne asándose, el humo llega a los puestos de a lado, al igual que la fila de comensales que buscan un lugar desde temprano."Lo que más me gusta de mi trabajo es que todos son muy amigables, que por mi comida la gente viene y se va muy contenta", cuenta Don Rigoberto, mientras los otros tiangueros le lanzan bromas durante la entrevista."Yo vengo desde Puerta del Bosque, vengo desde que tengo memoria, mi papá me traía cuando era niño. Desde entonces vengo cada domingo y me pido una orden", dijo Juan Díaz, quien estaba formado para ser atendido.La jornada de Don Rigoberto comienza desde las 2:00 horas cuando prepara los alimentos que llevará a la parrilla, a las 5:00 horas empieza a instalar su negocio y alrededor de las 7:00 horas ya está atendiendo, hasta 15:00 horas que termina aproximadamente.Mientras sus hijas toman la orden y sirven los alimentos, su esposa le ayuda sirviendo los platillos, en tanto Don Rigoberto pone y pone carne en el asador. Otra mujer que es empleada del lugar, tortea la maza para colocar tortillas en el comal, a algunas les pone queso para las quesadillas y servir vampiritos.La orden de asada que vende Don Rigoberto se sirve en un plato de barro, consta de un par de codornices, frijoles fritos, tortillas hechas a mano, una porción de chorizo asado y una sabrosa variedad salsas, todo por un precio de 115 pesos.También se puede elegir por el mismo costo, la orden de conejo o simplemente de carne asada.Cuando Francisco Sánchez colocó su puesto de cremería en el tianguis en El Baratillo, hace poco más 40 años, sólo tenía unas cajas de madera y un par de tarimas para poner sus productos, que apenas llenaban su espacio para la venta.En ese entonces, los comercios de El Baratillo no tenían toldos, ni armatostes para sostenerlos, amarraban unas lonas con cuerdas a las ventanas de las casas cercanas y a los postes de luz en las calles, para así dar sombra a sus productos y sus clientes."Empezamos a movernos para trabajar cuando me invitaron. A las 5:00 horas de la mañana me levanto y desde las 7:00 horas ya ando instalando, para estar listo antes de las 8:00 horas cuando comienza a llegar la gente, y ya le damos hasta las 15:00 horas que acabamos más o menos, nos andamos yendo una hora después", contó Francisco.El principal apoyo para Francisco fue su esposa, con quien trabajaba en la cremería, después fueron sus hijos y actualmente es su nieta quien le ayuda. Su negocio cuenta con varios tablones surtidos de diversos productos lácteos y, según los clientes, los de mejor calidad y precio del tianguis.Francisco vende todo tipo de quesos y panelas, pero también cuenta con una sección de embutidos, jamones y chorizos, así como un surtido de cajetas, pizzas, bebidas derivados de lácteos, yogures y bolis.Por su parte, el señor Regino, inauguró su puesto de accesorios y productos para mascotas, junto con un hermano y el apoyo de su tío. Desde entonces han pasado casi 40 años y siguen firmes con el negocio."Mi puesto era de unos tres metros cuando empezó, ahorita ya son unos seis o siete metros. Antes era mejor porque había menos competencia, podíamos dar un precio y tener mayor margen de utilidad", dijo el señor Regino.Su día de trabajo arranca a las 5:00 horas, pero a diferencia de la mayoría de los tiangueros, acaba hasta las 17:00 o 18:00 horas, que termina de levantar sus productos.El señor Regino vende alimento para mascotas, productos de limpieza para perros y gatos, artículos como platos, garrafones de servicio automático, camas, correas, pecheras, juguetes, peluches, cepillos, jaulas, entre otros objetos.Regino tiene su puesto en la plazoleta ubicada a la altura de Manuel Payno y Juan R. Zavala, donde se encuentra el área relacionada a mascotas, pero también está la venta de animales, aunque gran parte de ella es irregular.En el sitio se ven animales exóticos como reptiles e insectos, pero lo que más se venden son cachorros que se exhiben amontonados en pequeñas jaulas.Una de las problemáticas del tianguis de El Baratillo es su falta de regularización, pues si bien, en abril de 2023, el Ayuntamiento de Guadalajara tenía registrados 4 mil 500 puestos, el entonces diputado Javier Romo Mendoza indicó, como parte de su propuesta para regular este espacio, que operaban aproximadamente 10 mil puestos.El diputado propuso a la alcaldía un punto de acuerdo para impulsar la regulación de los comercios, además de diseñar un plan de limitación de su polígono, tener operativos permanentes de movilidad, seguridad y protección civil.En abril del año pasado, el regidor Salvador Hernández, encargado de la Comisión de Tianguis, informó que trabajaban en una propuesta para regular El Baratillo, la cual debía ser discutida por el Ayuntamiento, comerciantes, expertos y ciudadanos, pero hasta enero de este año, no ha sido presentada oficialmente."La gente tiene muchísimos años, hay quienes tienen más de 50 años con sus espacios, pero no se han regulado. Y esto los pone en riesgo de que venga alguien y les quite sus espacios. Tenemos que procurar esa regulación, que los comerciantes vean el beneficio", dijo el edil.Entre las problemáticas que provoca este desorden es la generación de basura, invasión ilegal de espacios, la distribución de los lugares, entre otros aspectos, como la proliferación de venta de animales exóticos y prohibidos.Este último tema se ve reflejado en al menos cuatro decomisos de animales en El Baratillo durante 2023, lo que dejó como resultado de 182 ejemplares asegurados, entre aves, reptiles, cachorros y demás.SV