El Papa Francisco no tiene dudas sobre qué pedirle al mundo como regalo por el décimo aniversario en el trono de Pedro: “Paz, necesitamos paz”, dice en un pod-cast publicado ayer en los medios vaticanos.El Papa asegura en este audio que, de las miles de audiencias, de los cientos de visitas a diócesis y parroquias y de los cuarenta viajes apostólicos a todos los rincones del globo, guarda en su corazón un recuerdo preciso como “el momento más bonito” de sus 10 años de pontificado.“El encuentro en la plaza de San Pedro con los viejos”, la reunión con ancianos y abuelos de todo el mundo el 28 de septiembre de 2014.“Los viejos son sabiduría y me ayudan mucho. Yo también soy viejo, ¿verdad?”, afirma.Mientras que sus peores momentos, el Papa los vincula al horror de la guerra, como las visitas a los cementerios militares de Redipuglia y Anzio, para la conmemoración del desembarco de Normandía; luego, la vigilia para evitar la guerra en Siria y ahora, “la barbarie” que se vive desde hace más de un año en Ucrania.“Detrás de las guerras está la industria armamentista, eso es diabólico”, dice Francisco, que lamenta ser el Papa al que le ha tocado la época “de la Tercera Guerra Mundial”: “No me lo esperaba... Pensé que Siria era una cosa singular, luego llegaron las demás”.“Me duele ver a los chicos muertos, tanto rusos como ucranianos, no me importa, me duele que no regresen”, dice.Francisco regala, a su vez, sus “tres sueños para la Iglesia, para el mundo, para los que gobiernan el mundo, para la humanidad: hermandad, lágrimas, sonrisas”.Y sobre aquel 13 de marzo de 2013, “la primera palabra que me viene es que parece que fue ayer…”, resume: “Estos 10 años han sido así: una tensión, vivir en tensión”, finalizó Francisco, nacido hace 86 años en Buenos Aires, Argentina.EFE "Tres sueños para la Iglesia, para el mundo, para los que gobiernan el mundo, para la humanidad: hermandad, lágrimas, sonrisas"Papa Francisco, cabeza de la Iglesia Católica Algunas de las personas que han estado muy cerca del pontífice en estos 10 años, finos analistas y observadores de la realidad vaticana, describen qué es lo que ha cambiado y lo que queda pendiente: impulsar el valor de la fraternidad, el diálogo con las otras religiones y una iglesia más comprensiva y abierta, pero también algunos fracasos, como la plena incorporación de la mujer.“El principal cambio es la visión de Iglesia, una Iglesia que tiene que incluir a todos, no para pocos y perfectos, una Iglesia que incluye los heridos de hoy: homosexuales, trans, divorciados, vueltos a casar y sobre todo, una Iglesia que tiene que ocuparse de los últimos, los descartados, los migrantes, los pobres, los ancianos”, afirma Elisabetta Piqué, periodista argentina de “La Nación”, amiga y biógrafa de Jorge Bergoglio desde cuando era arzobispo de Buenos Aires.“Y un Papa cercano, que no es más ese Papa rey, sino un Papa simple, auténtico, humilde, y creo que ese es el gran cambio de este pontificado”, añade.En esta década de Francisco, algunos temas han ido surgiendo en los debates y sínodos que son, según Piqué, materias aún pendiente, como “el tema del diaconado de la mujer, o, desde el Amazonas que siguen reclamando el tema de la ordenación de hombres casados, y también quizás, algunos cambios en la moral sexual de la Iglesia Católica”.Silvina Pérez, directora de la edición española de “L’Osservatore Romano”, argentina y periodista, sigue la información vaticana desde dentro de los muros leoninos pero su espíritu combativo y objetivo no le impide reconocer que “una de las asignaturas pendientes más importantes, es la plena incorporación de la mujer en el Gobierno de la Iglesia. Mucho se ha hecho, pero todavía hay un largo camino por realizar”, explica Pérez.El periodista argentino Sergio Rubin reunió con su colega italiana Francesca Ambrogetti las charlas con el pontífice durante sus 10 años de pontificado en su nuevo libro “El Pastor”.“No ha cambiado normas. Pueden haber habido cuestiones muy puntuales. Estoy pensando en la posibilidad de que los católicos divorciados en nueva unión puedan comulgar, después de un periodo de reflexión con la autorización de la autoridad eclesiástica. Pero no, no. No hay grandes cambios, sí que ha invitado a ese cambio de espíritu a una Iglesia más abierta, más acogedora, más comprensiva con las distintas realidades, especialmente preocupada por los niños, los ancianos, los más pobres”.EFE"No cambió la letra, pero cambió la música de la Iglesia"Sergio Rubin, periodista argentino Ver a un papa arrodillado lavando los pies a jóvenes reclusos el Jueves Santo del 28 de marzo de 2013, entre ellos, dos mujeres, una musulmana serbia y una católica italiana, en la capilla del centro penitenciario para menores de Casal del Marmo en Roma, fue el primer gesto que hizo pensar que Francisco era un papa con un estilo diferente.El papa Francisco elegía un lugar inesperado para su primer viaje: la isla de Lampedusa, en Sicilia, la más cercana a las costas africanas y considerada la puerta de Europa para los migrantes en busca de un futuro. Era el 8 de julio de 2013, y desde allí lanzo su mensaje sobre la “globalización de la indiferencia” que le llevaría, a denunciar a lo largo de los años en numerosas ocasiones la indiferencia hacia el que viene de lejos.El 24 de mayo de 2015, el papa publicó su segunda y revolucionaria encíclica: Era “Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común”, donde por primera vez un papa hablaba de manera extensiva y como tema del que se tiene que ocupar la Iglesia de la defensa del medioambiente y del cambio climático. Se ha convertido en un manifiesto ecologista para el mundo.El 12 de febrero de 2016, el papa Francisco hacía escala en Cuba antes de su visita a México para encontrar en el aeropuerto de La Habana al patriarca ortodoxo ruso Cirilo. Fue la primera reunión de los líderes de las dos Iglesias tras el cisma de 1054 y después de ella, y con la guerra en Ucrania, ha quedado sólo en un recuerdo y en un intento, para algunos fallido, de acercamiento.La visita del papa a Chile en enero de 2018 fue considerada la verdadera línea divisoria en el pontificado de Francisco y su lucha a los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia. En Chile se vivió un auténtico rechazo a la visita por la mayor parte de sus habitantes debido a los escándalos de abusos, y la posición del papa en defensa del obispo chileno Juan Barros, acusado de encubrimiento, endureció aún más las opiniones. A su vuelta, encargó una histórica investigación, y en abril de 2018, el papa reconoció haber cometido “graves equivocaciones de valoración” en el caso de Barros, se reunió con las víctimas de sacerdote pederasta Fernando Karadima y convocó a todos los obispos chilenos para relevarlos de su cargo.El 18 de febrero de 2019 y tras una investigación, el excardenal estadounidense Theodore McCarrick fue sentenciado a dimitir del estado clerical por corrupción y abusos, unas acusaciones que salpicaron al Papa Francisco, después de que Carlo Maria Viganó, exnuncio apostólico en Estados Unidos, le acusara de haberle encubierto. Viganó se convirtió en el cabecilla de un ala conservadora de la Iglesia contra Francisco.En otro de los gestos de la diplomacia de Francisco, el 12 de abril de 2019, con el fin de alentar el proceso de paz, el Papa se arrodilló y besó los pies de los líderes enfrentados en Sudán del Sur a quienes había reunido en el Vaticano.El 28 de marzo de 2020, el Papa llegaba en solitario a una plaza de San Pedro completamente vacía bajo una torrencial lluvia para rezar por el mundo que afrontaba la pandemia de COVID-19 y asegurar que sólo se saldría de ella si todos remaban juntos.En marzo de 2021, el papa Francisco viajó a Irak y su imagen rezando entre las ruinas de la ciudad de Mosul, a pocos metros de la mezquita Al Nuri de Mosul, símbolo del auge y caída de Estado Islámico, dio la vuelta al mundo.Con la poderosa imagen de Francisco posando sus manos sobre el féretro de su predecesor, Benedicto XVI, tras el funeral concluía la “época de los dos papas” y se abría una nueva fase del pontificado.CT