Akademik Lomonosov es un buque atómico de Rusia que está siendo remolcado durante un año, en una travesía que terminará frente a las costas de la ciudad de Pevek, en el este del país.En su recorrido realizó una escala en Murmansk para abastecerse del combustible nuclear, de donde zarpará el viernes rumbo hacia la península de Chukotka en el Ártico.Allí comenzará a operar en diciembre para proveer de energía a zonas remotas del oriente y el norte de Siberia. En esta región, las temperaturas puede llegar fácilmente a los 50 grados bajo cero.La planta, que cuenta con dos reactores nucleares de 35 MW cada uno (similares a los que utilizan los rompehielos rusos), tiene un casco que pesa 21.500 toneladas.Con 144 metros de largo y 30 de ancho, posee la capacidad de satisfacer las necesidades energéticas de 100.000 personas, además de cordones industriales y plataformas petrolíferas, según la empresa a cargo del proyecto, la estatal Rosatom.Grupos ambientalistas bautizaron el reactor como el "Chernobyl flotante" o el "Titanic nuclear", porque aseguran que es extremadamente peligroso que una embarcación de ese tipo esté expuesta a los vientos y al oleaje del Ártico."Es alarmante que existan reactores nucleares moviéndose alrededor del Océano Ártico", dijo Jan Haverkamp, experto nuclear de la ONG ambientalista Greenpeace.También han expresado su preocupación países vecinos que están en el recorrido del buque -como Suecia, Dinamarca y Noruega- porque el reactor pasará muy cerca de sus costas.Rosatom ha respondido que la planta tiene "un gran margen de seguridad" y que es "invencible frente atsunamis y desastres naturales"."La unidad flotante cumple con todos los requerimientos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y no constituye ninguna amenaza para el medioambiente", dijo la empresa en un comunicado.Rusia tiene previsto construir al menos cinco reactores atómicos flotantes en los próximos años en las penínsulas de Kola, de Yamal, de Taymiyr, de Kamchatka (en la zona de Vilyuchinsk) y en la región de Yakutia.Lo novedoso de Akademik Lomonosov, nombre puesto en honor a un científico ruso, es que se trata de un reactor flotante que estará anclado permanentemente en el mar, a diferencia de las tradicionales embarcaciones que funcionan con propulsión atómica.De hecho, el primer submarino con propulsión de este tipo -el estadounidense USS Nautilus (SSN-571)- comenzó a operar en el mar en 1955.Se estima que actualmente existen cerca de 140 embarcaciones propulsadas con energía nuclear -principalmente submarinos, pero también rompehielos y portaviones- que surcan los océanos del planeta, según la Asociación Nuclear Mundial, entidad que representa a la industria del sector.Expertos ven al reactor flotante como un paso más dentro de la disputada exploración petrolera del Ártico.El hambre que despiertan los tesoros ocultos bajo el hielo ha hecho que Rusia lleve décadas investigando esa zona.El país tuvo 10 buques rompehielos propulsados con energía atómica en la era soviética y sus ambiciones no han hecho más que crecer desde ese entonces.Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el 25% de todas las reservas de petróleo y gas del planeta están en el Ártico.Para llegar a ellas, "Rusia necesita tecnologías para perforar y extraer que no posee", explica Famil Ismailov, editor del Servicio Ruso de la BBC.Pero al mismo tiempo el cambio climático y el derretimiento del hielo han hecho que las aguas árticas sean más accesibles.Por eso, han bajado los costos del transporte marítimo y la pesca en la zona, dice Ismailov.Todos estos beneficios económicos son la causa de la feroz competencia que existe entre los países que comparten frontera con el Ártico: Estados Unidos, Canadá, Noruega, Dinamarca y Rusia."Hay quienes creen que si los países no se ponen de acuerdo, todo el desarrollo ártico podría convertirse en una especie de "salvaje Oeste". Pero con la amenaza nuclear de por medio", agrega Ismailov.Expertos dicen que construir plantas atómicas flotantes en el mundo requiere invertir miles de millones de dólares. Y en algunos casos su costo total podría llegar al doble, en comparación con un reactor convencional.Pese a eso, algunos analistas piensan que estas centrales son una alternativa energética posible para zonas remotas del mundo o para países que, por distintas razones, no tienen en sus planes instalar plantas atómicas en su territorio.Michael Ford, quien recientemente estuvo a cargo de una investigación sobre plantas nucleares flotantes con expertos de la Universidad Carnegie Mellon y la Universidad de California, en EE.UU., piensa que el sistema de construcción y el diseño de Lomonosov podría difundirse más allá de las fronteras rusas.La planta "ofrece una alternativa de exportación adicional para Rusia. y varios países han expresado interés en este diseño, que puede mitigar los riesgos provenientes de sismos y tsunamis si se sitúa apropiadamente", explica Ford en conversación con BBC Mundo.Este modelo "podría ofrecer una opción más efectiva en términos de costo-beneficio para el despliegue nuclear".Pero al mismo tiempo hay varias preguntas pendientes relacionadas con la seguridad, las normativas legales y los estándares de construcción, advierte el investigador, quien actualmente trabaja en la Universidad de Harvard."Hasta que algunas de las inquietudes sean abordadas", dice Ford, "el verdadero potencial de esta alternativa seguirá siendo una interrogante".* Esta nota fue originalmente publicada el 7 de mayo de 2018 y actualizada en base al desarrollo de la travesía del buque rumbo al Ártico.Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. 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