Martes, 19 de Noviembre 2024

La Franja de Gaza se encuentra en ruinas tras un año de guerra

Tanto Israelíes como palestinos se culpan mutuamente de no llegar a un cese al fuego

Por: El Informador

Quienes retornaron a sus hogares descubrieron que no queda nada. XINHUA

Quienes retornaron a sus hogares descubrieron que no queda nada. XINHUA

Hay montañas de escombros donde antes había bloques de apartamentos y charcos de agua contaminada con aguas residuales que propagan enfermedades. Las calles de las ciudades se han convertido en cañones de tierra y, en muchos lugares, el aire está impregnado del hedor de cadáveres no recuperados.

La ofensiva israelí contra Hamás, una de las más mortíferas y destructivas en la historia reciente, ha matado a más de 41 mil personas, un poco más de la mitad de ellas mujeres y niños, según los funcionarios de salud palestinos. Sin un final a la vista para la guerra, y sin un plan para el día después, es imposible decir cuándo —o hasta si— algo será reconstruido.

Incluso después de que cesen los combates, cientos de miles de personas podrían quedar atrapadas y vivir en campamentos de tiendas de campaña durante años. Los expertos dicen que la reconstrucción tomará décadas.

“Esta guerra es destrucción y miseria. Haría que las piedras clamaran”, dijo Shifaa Hejjo, un ama de casa de 60 años, quien vive en una tienda de campaña instalada en el terreno donde antes estuvo su casa. “Quienquiera que vea Gaza lo hará llorar”.

Israel culpa a Hamás por la destrucción. El ataque de ese grupo palestino contra Israel el 7 de octubre del año pasado —en el que murieron unas mil 200 personas y 250 fueron tomadas como rehenes— fue la chispa de la invasión. Israel dice que Hamás incrustó gran parte de su infraestructura militar en Gaza, incluidos cientos de kilómetros de túneles, en áreas densamente pobladas donde se libraron algunas de las batallas más duras.

El resultado ha sido demoledor. Los combates dejaron aproximadamente una cuarta parte de todas las estructuras en Gaza destruidas o gravemente dañadas, según una evaluación de la ONU en septiembre con base en videos satelitales.

Naciones Unidas señalan que alrededor del 66% de las estructuras, incluidas más de 227 mil unidades de vivienda, habían sufrido al menos algún daño.

Una cuenta que nadie quiere pagar

El primer obstáculo para cualquier reconstrucción son los escombros: montañas de ellos. Donde antes había casas, tiendas y edificios de oficinas, ahora hay montones de escombros con restos humanos, sustancias peligrosas y municiones sin explotar.

La ONU estima que la guerra ha dejado unas 40 millones de toneladas de escombros en Gaza, suficientes para llenar el Central Park de Nueva York a una profundidad de ocho metros. Podría tomar hasta 15 años y casi 650 millones de dólares limpiarlo todo, dijo.

También está la cuestión de dónde deshacerse de ellos: la ONU calcula que se necesitarían unos cinco kilómetros cuadrados (unas dos millas cuadradas) de terreno, que será difícil de conseguir en el territorio pequeño y densamente poblado.

No sólo se destruyeron viviendas, sino también infraestructura crítica. La ONU estima que casi el 70% de las plantas de agua y saneamiento de Gaza han sido destruidas o dañadas. Eso incluye las cinco instalaciones de tratamiento de aguas residuales del territorio, además de plantas de desalinización, estaciones de bombeo de aguas residuales, pozos y embalses.

Los empleados que antes gestionaban los sistemas municipales de agua y de residuos han sido desplazados y algunos han muerto. Y la escasez de combustible ha dificultado el mantenimiento de instalaciones que siguen intactas.

La organización benéfica internacional Oxfam solicitó un permiso para traer unidades de desalinización y tuberías para reparar la infraestructura hídrica en diciembre. Israel tardó tres meses en aprobar el envío, que aún no entra en Gaza. La destrucción de las redes de alcantarillado dejó las calles inundadas de agua pútrida, lo que acelera la propagación de enfermedades.

Los países árabes ricos, como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, han dicho que están dispuestos a contribuir a la reconstrucción de Gaza sólo como parte de un acuerdo de posguerra que cree una ruta hacia un estado palestino.

AP

Israelíes lloran a sus muertos

En la explanada en la que se celebró el festival Nova, escenario de la mayor masacre que los milicianos palestinos perpetraron el pasado 7 de octubre de 2023, cientos de familiares, amigos y algunos supervivientes lloran a sus allegados mientras los bombardeos de la aviación israelí sobre Gaza, a apenas unos 5 kilómetros, retumban sin descanso.

A cada estallido que sacude la Franja, Mishel Koren, que logró escapar con vida del festival, se agacha y resopla: “Es el estrés postraumático”, comenta en tono irónico.

Lo hace junto al pequeño altar en el que ondea una bandera con la imagen de su amiga Noa Farag, una de las 364 personas asesinadas en la madrugada del pasado 7 de octubre de 2023 en el festival.

Cuando el ataque comenzó, Koren logró sacar en coche a sus amigas del festival de música y condujo hasta el kibutz de Reim, próximo al recinto, donde entraron a un refugio para guarecerse de lo que pensaban que era solo una andana de cohetes.

Noa salió del refugio a fumar para calmar los nervios tan solo cinco minutos antes de la llegada de los milicianos —en total, más de tres mil entraron en territorio israelí el día del ataque— y nunca volvió a entrar: “Fue la primera de la fila para ser baleada”, lamenta su amiga.

Mishel recuerda cómo solo siete de las 41 personas que estaban en el refugio de Reim salieron con vida después de que los atacantes lanzaran granadas al interior. Ella se salvó gracias a que estaba sentada en el suelo en ese momento y los cadáveres de quienes estaban de pie cayeron sobre ella, cubriéndola.

“No sé explicar si estoy feliz de estar viva o si querría estar muerta, porque todo sería más fácil”, concluye justo cuando una nueva explosión en Gaza le hace sobresaltarse.

La explanada del festival Nova, se ha convertido en un lugar de peregrinaje. EFE

Volver a la nada

En enero, cuando las fuerzas terrestres israelíes avanzaron hacia la ciudad de Jan Yunis, en Sur, Shifaa Hejjo y su familia huyeron de su casa de cuatro pisos con solo la ropa que vestían.

Pasaron meses en varios campamentos de tiendas de campaña antes de que ella decidiera regresar. Y lo que vio la hizo llorar. Todo su vecindario había sido destruido: su antigua casa y los caminos que conducían a ella estaban hundidos en un mar de escombros.

“No la reconocí”, dijo. “No sabía dónde estaban las casas de la gente”. Alrededor del 90% de los 2.3 millones de habitantes de Gaza han sido desplazados por la guerra, a menudo varias veces, según estimaciones de la ONU.

Hejjo vivió en una tienda de campaña en el patio de un hospital. Antes de eso, estuvo en Muwasi, el principal campamento de tiendas de campaña en el sur de Gaza.

“Olía mal”, recordó. “Había enfermedades que se propagaban”. Agregó que su esposo, quien sufría una enfermedad hepática, se sintió destrozado cuando escuchó que su casa había sido destruida y murió poco después.

Ella fue una de las primeras en regresar después de que las fuerzas israelíes se retiraran en abril. Sus vecinos se mantuvieron alejados, temerosos de encontrar cuerpos o bombas sin explotar. Pero para ella, ese todavía era su hogar. “Es mejor vivir en mi casa, donde viví durante 37 años, aunque esté destruida”, dijo.

Hejjo y sus hijos cavaron entre los escombros con palas y con las manos, ladrillo por ladrillo, para rescatar todo lo que se pudiera reutilizar. Usaron ropa rasgada para alimentar el fuego de la cocina.

Las ratas se habían colado y enjambres de mosquitos revoloteaban sobre las ruinas. Había vidrios rotos por todas partes. Montaron una tienda de campaña fortificada con láminas de metal corrugado y algunos ladrillos rescatados de su casa destruida. Una ligera llovizna mojó sus ropas mientras dormían.

CT

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