Al abrir hoy las sesiones de una cumbre mundial de obispos sobre los desafíos de la juventud, el Papa pidió a los participantes hablar con libertad, porque una crítica honesta es útil, y fustigó "la vana palabrería, los rumores, las sospechas y los prejuicios".La tarde de este miércoles, en un auditorio del Vaticano, Francisco introdujo los trabajos de la decimoquinta asamblea ordinaria del Sínodo, que se extenderá hasta el próximo 28 de octubre y abordará el tema "Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional".Ante unos 267 "padres sinodales" y 49 oyentes (34 de ellos jóvenes), venidos de los cinco continentes, instó a debatir con valentía, verdad y caridad, porque "sólo el diálogo nos hace crecer".Palabras significativas considerando que la reunión estuvo precedida de un encendido debate mediático a distancia, con duros cuestionamientos y propuestas de cancelarla, justo en tiempos en que la Iglesia católica en varios países es sacudida por la crisis desatada por abusos sexuales cometidos por clérigos.Al respecto, durante su mensaje introductorio pronunciado en italiano, Jorge Mario Bergoglio dio gracias a los jóvenes por haber apostado a favor de que merece la pena sentirse parte de la Iglesia, "a pesar de las debilidades humanas y las dificultades".Más adelante subrayó la necesidad de escuchar con humildad, porque el Sínodo debe ser "un ejercicio de diálogo" donde todos tienen el derecho a ser oídos, incluso por aquellos a quienes no les caen bien."Sintámonos libres de acoger y comprender a los demás y, por lo tanto, de cambiar nuestras convicciones y posiciones: es signo de gran madurez humana y espiritual", precisó.Asimismo, el Papa invocó la importancia de saber reflexionar y discernir, "no como un eslogan publicitario". Por eso, dio la orden que durante las sesiones, cada cinco discursos se observen tres minutos de silencio para permitir a los asistentes prestar atención y analizar lo escuchado.Luego afirmó que la Iglesia tiene "una deuda de escucha" con los jóvenes, quienes a menudo no se sienten comprendidos en su "originalidad" y, por lo tanto, no acogidos por lo que verdaderamente son o directamente rechazados."Una Iglesia que no escucha se muestra cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, y no será creíble, en particular para los jóvenes, que inevitablemente se alejan en vez de acercarse", estableció.Por eso, el pontífice urgió a liberar las mentes y los corazones de prejuicios y estereotipos. Además llamó a superar, con decisión, "la plaga del clericalismo", que -dijo- es "una perversión" y está en la raíz de muchos males en la Iglesia.De este flagelo, el Papa sostuvo que es necesario "pedir perdón con humildad", porque surge de una "visión elitista y excluyente", que interpreta el ministerio recibido como un poder que hay que ejercer más que como un servicio gratuito y generoso a ofrecer."El presente, también el de la Iglesia, aparece lleno de trabajos, problemas y cargas. (Pero) el futuro no es una amenaza que hay que temer, sino el tiempo que el señor nos promete para que podamos experimentar la comunión con él, con nuestros hermanos y con toda la creación", siguió."No hay que dejarse tentar por los 'profetas de la desventura', ni gastar energías en llevar cuenta de los fallos y echar en cara amarguras, hay que mantener los ojos fijos en el bien, que a menudo no hace ruido, ni es tema de los blogs ni aparece en las primeras páginas", apuntó.Con la alocución del Papa iniciaron formalmente los trabajos a puerta cerrada de la asamblea del Sínodo, en la cual participan unos 10 mexicanos entre obispos, sacerdotes y una joven docente de canto, originaria de Guadalajara, Jalisco.JM