Los graves hechos del martes en San Cristóbal de las Casas representan la más flagrante evidencia de que la principal amenaza que enfrenta México es la extorsión, y que el cobro de piso ahorcará establecimientos comerciales, instancias productivas y hasta la obra pública y la privada, con lo cual se impactará toda actividad económica, y a toda la ciudadanía.Es hora de decir adiós definitivamente a la trasnochada noción de esquematizar los retos de la inseguridad a partir de la acción de cárteles del narcotráfico.Los grupos criminales pueden traficar drogas, propias o de otros, pero sobre todo han desarrollado un apetito voraz por cualquier tipo de mercancía. Y tan solo en esta quincena tenemos variados, y trágicos, ejemplos al respecto.Porque si las imágenes de Chiapas revelan claramente una pugna por el control de un mercado, lo que ocurrió muy lejos de ahí, en el sur del Estado de México, donde once personas fueron abatidas por policías mexiquenses, tiene como trasfondo el control de poblaciones de esa entidad, territorio donde el expolio criminal se ha enquistado al punto de cobrar cuota al pollo, materiales para construcción e incluso al gas.Y por supuesto, habiendo mencionado al pollo, vimos estos mismos días cómo varias pollerías de Chilpancingo, Guerrero, tuvieron que cerrar para evitar más violencia en su contra.Finalmente, qué ejemplo más contundente de que las organizaciones criminales van por toda clase de productos que el robo de una docena de contenedores en Manzanillo, ocurrido el 5 de junio pero sobre el cual apenas supimos esta semana, y esto más o menos, porque no hay mucha claridad sobre el monto de lo robado.Reitero: los aquí mencionados son hechos de tan sólo la primera quincena de junio. Unos implicaron un reguero de sangre, como en el mexiquense Texcaltitlán, donde murieron 11 personas, otros como el robo del puerto colimense suponen una enorme capacidad logística de los delincuentes.Que se sepa en ninguno de esos hechos se habla prioritariamente de drogas o estupefacientes. Sino de cosas tan comunes como pollos. De hecho, ya se habla de que los criminales han empezado a matar a los animales de autosustento de algunas familias, esto para obligarlas a depender de las mercancías a las que ellos han cargado con derecho de piso.Porque se han metido a todo. Y el gobierno, en su disimulo, en su incapacidad, y en su indolencia todavía pretende difundir la idea de que la violencia es porque “se pelean entre ellos”, como si se congratulara de que entre las víctimas no hay “inocentes”.Se pelean entre ellos, es cierto, por el control, pero una vez que logran éste, exprimirán todo lo que puedan a la población, sabedores de que el mismísimo presidente de la República luce ansioso –eso fue obvio en la mañanera de ayer– de que el que gane le ayude a que no haya muertos para que no haya reclamos mediáticos. Si luego extorsionan, si luego asfixian, si luego imponen su ley, a Andrés Manuel López Obrador, y a no pocos gobernadores, qué más les da.Que AMLO les diga ese consuelo en su cara a las familias de poblaciones guerrerenses o michoacanas, que tienen absolutamente claro que cuando un grupo finalmente domina hay que pagarle –sí o sí– cuota de cada cosa que se vende en el tendajón, de cada cosa que se produce en las huertas, de cada cosa que transita o se extrae, y de que cada obra de infraestructura que se hace.Los criminales van por todos los mercados. Por todos. Salvador Camarenasal.camarena.r@gmail.com