Oficialmente el color del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el actual partido hegemónico en México, es el guinda, pero en los hechos debería cambiarse por el color verde olivo que visten las Fuerzas Armadas del país. Esto viene a cuento por la enésima defensa que el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo la semana pasada del Ejército. Enésima defensa de los militares, pero quizá una de las más encendidas. Ocurrió justo en una fecha emblemática para la sociedad mexicana: el 2 de octubre, fecha en la que las Fuerzas Armadas cometieron uno de los episodios más violentos del Estado en contra de la sociedad mexicana. Esa fecha, como es de sobra conocido, el Presidente Gustavo Díaz Ordaz ordenó a las Fuerzas Armadas cortar de tajo el movimiento estudiantil-popular que se manifestaba desde finales de julio de 1968 y que mantenía una huelga estudiantil en la mayoría de universidades del país. Ese año México sería sede de las Olimpiadas que arrancaban el 12 de octubre de ese año. A diez días de iniciarse la justa olímpica el Gobierno de Díaz Ordaz ordenó reprimir a los manifestantes y para ello se ordenó un operativo de gran envergadura que implicó la movilización de al menos diez mil militares, quienes dispararon al menos 100 mil proyectiles de armas de fuego en contra de los manifestantes, según documentaron los líderes estudiantiles en su libro Los procesos de México 68. 55 años después de aquella trágica noche de Tlatelolco, el Presidente López Obrador hizo la defensa quizá más encendida de la participación del Ejército en esa brutal represión. En una larga respuesta a una pregunta que se le planteó, el Presidente del Gobierno autodenominado de la Cuarta Transformación, da por válida la versión de que quien disparó contra los estudiantes y la población que asistía al mitin en Tlatelolco la tarde del 2 de octubre de 1968 fueron elementos del Estado Mayor Presidencial y no elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Da igual si fue el Estado Mayor o la Sedena: ambos son militares, son Fuerzas Armadas al servicio del poder político en turno. Pero esto no le importa a López Obrador porque asevera que el Ejército mexicano no es como en otros países, de la élite. El mexicano, reitera una y otra vez, es “pueblo uniformado”. Y en el 68 el Ejército recibió órdenes del Presidente en turno, Díaz Ordaz. El otro argumento de López Obrador para defender a pie juntillas a los militares, es que sean diez, 20, 100 o más soldados cometen algún error, o delito, no manchan a toda la institución. Ahora, dijo el 2 de octubre pasado, “Tenemos ahora un Ejército leal, sobre todo al pueblo, a las instituciones”. No sólo eso, se ha convertido en una institución crucial del Gobierno de la Cuarta Transformación porque el Ejército cumple cinco “misiones” cruciales: 1) la defensa de la soberanía nacional; 2) la seguridad interior ahora ampliada a las tareas de seguridad pública a través de la Guardia Nacional; 3) el apoyo social con el reparto de vacunas; 4) el involucramiento de los militares en la construcción y operación de los megaproyectos estrella de este Gobierno: aeropuerto Felipe Ángeles, aeropuerto de Tulum, construcción y administración del Tren Maya, la construcción de un distrito de riego en Nayarit, y la construcción de 2,500 sucursales del Banco del Bienestar y 400 cuarteles militares; 5) quinta misión es la aplicación del Plan DN-III en casos de desastre. “Entonces, sí es un Ejército que ayuda al desarrollo de México, que ayuda al pueblo de México, que es parte del pueblo de México”, dijo ufano López Obrador.Enseguida, una reportera le preguntó si “en todos sus años de lucha, Presidente, ¿usted imaginó que iba a llegar a ser un gran defensor del Ejército?”. Sin titubear, respondió: “Sí, sí imaginé, porque como conozco la historia…”. Y otra vez la cita de que se trata de pueblo uniformado.Esta defensa a ultranza de los militares en hechos reprobables como la matanza del 2 de octubre o sobre su participación en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el Presidente ha sido cuestionado por el Comité 68, por los padres y madres de los 43 estudiantes y por el colectivo Seguridad sin Guerra y Amnistía Internacional. De todas las promesas de campaña incumplidas por López Obrador, quizá la más grave sea la de regresar los militares a los cuarteles. En lugar de ello se ha convertido en el Mandatario que más recursos, tareas y legitimidad le ha dado a las Fuerzas Armadas en la historia reciente del país. Por eso el color de la 4T no es el guinda, sino el verde olivo.