México está por enfrentarse a su mayor desafío de política exterior en décadas. Donald J. Trump ha retomado el poder, teniendo entre sus objetivos principales al país. Cuatro años después de haber dejado la Casa Blanca, el mandatario estadounidense llega fortalecido, con un círculo político leal, mayor experiencia gubernamental y menores contrapesos institucionales.Que la ultraderecha estadounidense haya llegado al poder en 2016 resultó un hito histórico. Muchos creían que había sido una rara excepción, un breve paréntesis y que, más temprano que tarde, todo regresaría a la normalidad. Sin embargo, la reelección trumpista indica una tendencia, un giro más permanente en la radicalización estadounidense: Trump ganó el voto popular, el colegio electoral, y los siete estados bisagra. Además, en el 90% de los condados se incrementó el voto por la derecha, y todo con un gasto que fue la mitad al erogado por Kamala Harris. En Estados Unidos, a diferencia de México, hay un mandato popular para que Trump lleve a cabo sus políticas.No debe haber sorpresas para México. Además de la experiencia previa y las constantes amenazas, en esta ocasión mucho ha quedado por escrito. La Heritage Foundation, un think tank conservador norteamericano, se preparó años atrás para no caer de nuevo en la improvisación. Su documento se denomina Project 2025, y menciona a México en 20 ocasiones, en diversos rubros. Hay mucho de preocupante. En seguridad, comenta que se deben impulsar a un “México soberano”, y que el país “ha perdido funcionalmente su soberanía ante poderosos cárteles criminales que efectivamente manejan el país.” El tema de seguridad es, por mucho, el más mencionado en el documento. Y, ciertamente, es el tema que más ha taladreado Trump.Pero hay más. Declaran que impulsarán la deportación de niños. Que una de las “prioridades del Día Uno” será la reinstauración del programa Remain in Mexico. Que los cárteles mexicanos están trabajando con “el Partido Comunista Chino”. Que la prohibición del maíz genéticamente modificando es un problema. Que se debe establecer una política energética hemisférica. Y que la izquierda representa una amenaza. Sobre esto último, vale la pena citar extensamente: “La pobreza, el desempleo y el malestar social han propiciado victorias electorales de la izquierda, desde México hasta Chile. Estos regímenes son hostiles a los intereses estadounidenses y a la empresa privada, fomentan la corrupción, aplican políticas radicales que empobrecerán aún más a sus pueblos y amenazarán sus democracias, y están más abiertos a establecer alianzas con la China comunista.” El gran problema es que, en el caso de la izquierda populista mexicana, esas palabras resultan, en gran medida, ciertas.Las reformas morenistas han hecho que México llegue sumamente debilitado ante la amenaza trumpiana. También, las negligencias heredadas del gobierno de López Obrador. Si la presidenta Claudia Sheinbaum no logra establecer un canal de comunicación eficaz, ¿regresará López Obrador, quien constryó buenas relaciones con su homólogo populista norteamericano sobre la base de la sumisión, pudiéndose convertir en una figura política imprescindible?