La adaptación de la ciudadanía a lo que ha dado por llamarse la “nueva normalidad” es una tarea difícil de conseguir, pero en el caso de los universitarios el regreso a clases es todo un reto a vencer, mismo que también incluye a las autoridades de las universidades, los administrativos, y por supuesto, los estudiantes y docentes de las mismas, de entre los cuales pocos cuentan con las habilidades y mentalidad necesaria para adaptarse al esquema virtual, pues además del equipo y accesorios tecnológicos indispensables para poder “navegar”, se requiere de una actitud y estado mental muy diferente al que estábamos acostumbrados.Si bien es cierto que en el ciclo 2020 “B” ya se tuvo una “probadita”, y al igual que los niños de kínder y primarias, así como los jovencitos de secundaria y preparatoria, tuvieron que experimentar -conjuntamente con sus padres, tíos, abuelos, autoridades administrativas y docentes- para poder terminar los cursos respectivos, de acuerdo a las condicionantes de pandemia: Empero, ahora los recesos que se tuvieron que hacer por la misma, han propiciado en los alumnos, flojera, desdén y hasta desconfianza de lo que están recibiendo como “educación”.La adaptación de alumnos y todo el equipo humano de las universidades -particularmente de la Universidad de Guadalajara- han requerido trabajar a marchas forzadas durante el receso obligatorio para todos, menos para ellos, y desde casa surgieron propuestas de toda índole para tratar de reforzar el nuevo esquema de aprendizaje, en el que uno de los primeros pasos tiene que ver con aprender a desaprender, mismo que filósofos y pedagogos del siglo XX ya anticipaban como una necesidad de frente a los nuevos tiempo (incluso sin tomar en cuenta el caso de la pandemia), pues la pedagogía de hoy y sus herramientas didácticas implican una introspección de todo ese quipo humano que conforman las escuelas y universidades, para contar con una educación que “apunte” hacia horizontes en los cuales el estudiante no tenga que seguir asistiendo, sólo porque las reglas sociales así lo estipulan, sino porque de acuerdo al nuevo esquema de libertad de los seres humanos así lo exige, para partir del pensamiento que establezca: ¿Qué quiero darle a los demás? y que al hacerlo, les permita sentirse realizados…y felices.APUNTESi a todo esto le sumamos que en el caso de los docentes universitarios la retribución económica es baja y la estabilidad y permanencia en las mismas es bastante relativa, entre otras razones porque tanto las públicas como las privadas están “compitiendo por un mercado” que si bien es cierto resulta abundante -más los miles que por edad se quisieran incorporan cada ciclo-, en los hechos, no contribuye a fortalecer la vocación del profesorado y por ende, tampoco la del estudiante… ¡vaya reto social al que habremos de enfrentarnos!.cuauhtemoc.cisneros.madrid@gmail.com