Sábado, 23 de Noviembre 2024

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¿Tierra Santa?

Por: Armando González Escoto

¿Tierra Santa?

¿Tierra Santa?

¿O eterna manzana de la discordia? Hace ya más de dos mil años nació en esa llamada Tierra Santa Jesús, cuyo cumpleaños festejan en estos días pueblos y comunidades cristianas esparcidas por toda la tierra haciéndonos volver la mirada a Dios y a su proyecto para el hombre y para el universo, y sí, advertimos que hay algo que no está funcionando desde hace miles de años, y ese algo somos nosotros, los seres humanos.

Podemos analizarlo con una parábola: Dios creó la tierra y el demonio inventó las fronteras, Dios creó a la humanidad, y el diablo inventó las razas, Dios dio a los seres humanos los recursos del mundo, y el diablo inventó la apropiación acaparadora, Dios nos hizo libres, pero el demonio introdujo las cadenas revestidas de oro y piedras preciosas, Dios se manifestó como el creador de todo y de todos, pero el diablo hizo que cada hombre se lo apropiara para hacerlo a su imagen y semejanza y así poderse pelear con todos los otros hombres fabricantes de otros dioses, Dios allana los caminos, pero el diablo los cubre de obstáculos, Dios nos da una mente lúcida y brillante, pero el diablo la confunde y la hace tortuosa, Dios establece la igualdad de todos, pero el diablo mete la diferenciación de clases y de niveles, Dios hizo santa la creación entera, pero el diablo la parceló para que solo esta franja de tierra y no aquella, llevara esa marca, Dios se manifiesta como padre de todos, pero el demonio introduce las distinciones, Dios nos da la capacidad para hacer el bien, y de inmediato el diablo seduce a los “buenos” para hacer que se sientan superiores a los demás, Dios ha hecho de la familia humana su propia familia, pero el demonio inventa las sectas y la divide y multiplica al infinito, Dios ve hijos, el demonio les pone etiquetas: gentiles, paganos, infieles, elegidos, salvos, condenados, pecadores, perfectos, publicanos, fariseos, capitalistas, comunistas, “blancos”, “negros”, puros e impuros, indios, criollos, razas superiores y razas inferiores, razas elegidas y razas desechadas, y un interminable etcétera con el enorme potencial de producir conflictos, luchas, combates y guerras todo el tiempo.

Gracias a todas las distinciones, divisiones, separaciones y cuanto otro pretexto parezca posible, el ser humano, más que el demonio, ha mantenido al mundo sometido a todo tipo de atropellos, injusticias, genocidios y barbaridades, de las cuales México es apenas un pequeño muestrario y Jalisco el escaparate más cercano para observar de cuánta maldad es capaz el ser humano con tal de enriquecerse, corrompiendo, defraudando, engañando, sobornando, robando, pisoteando y asesinando.

Los diversos escenarios de guerra abiertos en el mundo del momento presente no pueden finalmente atribuirse sino a la maldad humana que se protege y reviste con los mejores pretextos y excusas para aniquilar a sus oponentes, sea por revancha, por venganza, por recuperar, apropiarse, porque ellos comenzaron o porque ellos dispararon primero o para defenderse matando a diestra y siniestra a miles de personas inocentes, bajo la consigna diabólica del “o tú o yo”, porque para quienes viven seducidos por el diablo no existe ni puede existir un nosotros honesto y leal.

Por lo mismo, el mensaje de Jesús no ha sido cabalmente aceptado, supondría renunciar a nuestro egoísmo individual o sectario, pero no por eso perdemos la esperanza y el compromiso de construir una humanidad mejor, que a eso nos lleve la fiesta de la Navidad.

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