No siempre lo más cercano o lo más fácil es lo mejor. Nuestros productores han estado acostumbrados a lo más fácil, es decir, a tener el mercado justo “al otro lado” para comprar y vender, consideración que en otros tiempos era válida desde diversos aspectos favorecidos por el solo hecho de la vecindad. No obstante, a veces los ríos, para poder llegar felizmente a su objetivo, deben dar enormes rodeos.Pesa sobre nuestra mentalidad la conciencia de mapamundi a la europea, es decir, una exposición de los continentes que conforman la Tierra teniendo a Europa como el centro, de tal manera que para América solo existe tierra en el este, porque al oeste nada más se ve el inmenso océano. Por lo mismo, seguimos llamando a Asia el “extremo oriente”, cuando este continente está más cerca de nosotros por el poniente que por el este. Aún más, si lográsemos una conciencia objetiva de la geografía planetaria, para América, Asia es el extremo poniente, no el extremo oriente, y si además ubicáramos nuestro continente como un nuevo centro, entonces tendríamos a Asia por la izquierda y a Euroáfrica por la derecha. Ni más ni menos, la inmejorable posición que nos permitiría manejarnos entre ambos extremos si nuestro mundo fuera efectivamente multipolar, en vez de seguir siendo hegemónico para desgracia de tantos pueblos.Sin duda, la distancia entre América y Asia es mayor a la que nos separa de Europa. Esto es lo que ignoró Cristóbal Colón: es más extenso el océano Pacífico que el Atlántico… pero hoy día, en duración aérea, la diferencia es de apenas dos horas. Adicionalmente, el mar Pacífico es atravesado todos los días de lado a lado por innumerables barcos mercantes con impresionantes torres de contenedores que llevan y traen mercancías por todos lados. Prueba de ello es la ya histórica inundación que tenemos de mercancías, primero de Taiwán, luego de Japón y China, sin olvidar a Bangladesh. Tener una conciencia global significa tener una ubicación en la cual las distancias y los tiempos se vuelven relativos y dejan de ser tan condicionantes.La filiación de México al BRICS tal vez no sea un camino realista, no por los notables beneficios que de ello nos vendrían teniendo como socios, por ejemplo, a Brasil y a China, que no incluyen en sus tratados imposiciones políticas, ideológicas o culturales. Es poco realista porque Estados Unidos, textualmente, no nos da permiso, y como, a pesar de cualquier exhibición discursiva de soberanía, seguimos sometidos a esta ominosa hegemonía, no nos queda sino el difícil arte de saber jugar con posibilidades y coqueteos, como se estilaba en los tiempos de la bipolaridad Estados Unidos-Unión Soviética. Siempre con el riesgo de tener que perder oportunidades porque el presidente norteamericano así lo dispone, como le sucedió a Peña Nieto cuando ya tenía en mano grandes inversiones chinas y tuvo que decir, con la pena, que siempre no.En otros países de América Latina, un poco más lejos de ya sabemos quién, ha habido o más habilidad o más permisividad para entablar acuerdos comerciales ventajosos con China, tal y como han estado haciendo también diversos países africanos, abriéndose al BRICS e incorporándose a ese grupo abiertamente, frente a una Europa que históricamente no ha hecho sino explotar y devastar los cuantiosos recursos de África.