Imagínate que te nieguen el derecho a la educación porque vas al psiquiatra.Que tu desarrollo social y mental se vean cooptados por el miedo de una institución educativa a saber qué hacer contigo cuando consumes medicamentos controlados.Esto ocurre aquí: en Guadalajara. Específicamente en la secundaria federal 10 "Agustín Yáñez". La familia del alumno estaba desesperada porque las autoridades de ese plantel simplemente decidieron cerrarle las puertas.Como muchos de nosotros, el joven, de 14 años, tuvo problemas. La pandemia y otros asuntos que él está tratando lo llevaron a solicitar asistencia psiquiátrica. Y, desde que la escuela se enteró de la situación, no le permitió el ingreso.Según María, la madre del adolescente, la directora, la psicóloga y el jefe de zona le dijeron que no podía regresar al aula hasta que el médico con el que acude le expidiera un documento que indique que "es apto" para regresar a clases.Porque, por increíble que parezca, en pleno siglo XXI persisten los tabús que relacionan la ayuda de un especialista de la salud mental con algún grado de locura.Tras sobrevivir a una pandemia que limitó la interacción social, aisló a millones y cambió la vida en el planeta, nunca como antes la asistencia de los psicólogos y los psiquiatras ha sido tan requerida, pero, al mismo tiempo, estigmatizada.Una de las instrucciones del médico que atiende al joven fue que retomara sus actividades sociales, pues eso le ayudaría en su tratamiento. Y desde enero, lo único que recibió de la secundaria fueron trabajos para realizar en casa, a fin de poder concluir el grado.El Colegio de Psiquiatras resume en una palabra la situación: ignorancia.En Jalisco, un Estado que desde finales del año pasado cuenta con una ley de salud mental para que ésta no sea un privilegio (porque hoy lo es, y porque el acceso a la terapia y los medicamentos cuesta mucho), existe una evidente falta de capacidad para integrar a las niñas, niños y adolescentes que atraviesan por estos problemas.Porque, después de que la noticia de este joven se dio a conocer, decenas de casos más salieron a relucir. Diferentes escuelas, mismo criterio y conclusión: ignorancia.Hoy no hay acompañamiento interno, no todos los planteles educativos tienen psicólogos y los casos de depresión y ansiedad crecen y crecen. La pandemia actual, la que legó el Covid y el confinamiento, es mental. Y como siempre: estamos en pañales para hacerle frente.¿Cuál es el panorama en puerta entonces? Que tal y como ocurrió con la anterior, las autoridades, todas, han aplicado la ley del mínimo esfuerzo para prepararse ante esta pandemia que ya impactó.Sin embargo, hay una buena noticia al final.Aunque es sólo un caso, y desafortunadamente tuvo qué hacerse público para que hubiera reacción, la Secretaría de Educación atendió la denuncia que hizo este medio de comunicación y le permitió al joven volver a interactuar con sus compañeros de clase.El gran pendiente está en los otros casos, los que no han tenido eco, pero sí estigmatización porque consumen medicamentos de control. Ahora resta que este llamado de atención se lleve a otras escuelas, para que logren la madurez de entender y atender la importancia de la salud mental en miles de alumnos, y en general, de todos quienes nos leemos, porque todos la necesitamos.Colofón:Sirva este breve texto para agradecer a Lilia. El halo de smog que me llenó y ahogó se disipa poco a poco gracias a ti y a tu noble profesión. Gracias por tanto.