Por todas las heridasEl psicólogo Abraham Maslow señalaba que una persona creativa “es una persona sana que conecta con su humanidad”. Hago hincapié en la frase: “una persona sana”.No se está refiriendo necesariamente a una persona que “crea” a un artista digamos o a alguien suprainteligente capaz de una gran hazaña, o de alguien fuera de serie frente a los reflectores, sino de una persona normal. Una persona sana está en pleno contacto consigo mismo.A lo largo de mi carrera he visto -gracias a los medios de comunicación y a la vida artística- muchos artistas y muchas mujeres inteligentes emprender proyectos de toda índole. Y también he sido testigo de que en ciertos momentos de la vida, la brillantez y la creatividad se pierden. Ese es el punto.Hablo en este caso sólo de las mujeres porque históricamente (y culturalmente) las mujeres hemos sido más vulneradas, pero ese no es el tema de mi columna hoy. Sino cómo a través de los años y de las experiencias propias de la aventura de la vida, nos enfrentamos a cambios, pérdidas y duelos, a veces con éxito y otras no tanto.Escribo esta columna porque he sido testigo de cómo mujeres maravillosas, líderes, buenas madres, bailarinas, actrices y trabajadoras pierden o vamos perdiendo brillantez, asertividad, visión en las cosas mundanas de la vida y en los procesos artísticos, todo ello es normal… Lo que no es normal es ser omisas con esos procesos. Cuando somos omisas el mundo interior se seca.¿Cómo podemos ser omisas? Por pérdidas mal llevadas o duelos no terminados. Sí pasa y pasa mucho, incluso el artista más poderoso puede caer en esos baches. No me sorprende que caigamos -me incluyo- en esos baches, me sorprende que aún sin ver, sin tener claridad, queramos seguir corriendo haciendo como que no pasa nada. Y tal cual, haciendo referencia al concepto de Maslow… Nos volvemos “insanos” y no podemos volver a crear o perdemos el contacto con nosotros mismos. Y en este procesos nos podemos llevar años.Dedico esta columna a todas aquellas hermosas bailarinas y bailaoras que han perdido algo o a alguien importante y cuando eso pasa, se pierde la claridad, la visión y la paciencia pero ¿saben qué? Sólo es una cuestión de tiempo.Pasa que es momento de detenerse en la oscuridad y esperar un poco, dejar de correr, escuchar la propia voz interior. Debemos ser amorosos con nosotros.Dedico esta columna a mi amiga actriz que perdió a su padre y que necesita sanar. A aquella escritora que dejó de escribir hasta que encontró lo que buscaba, a la pintora enmudecida. Tarde o temprano todo pasará, el espíritu sanará, sólo hay que tener paciencia adentrarse en el silencio propio.