Las ruedas de prensa cumplen con diversas finalidades, pero algunos mercadólogos las identifican como un poderoso medio de publicidad, lo mismo en el mundo de la política que en el del espectáculo, es la ocasión en que el personaje puede lucirse y sobre todo hacerse presente en los medios de comunicación, en el imaginario colectivo, en eso que llaman la realidad mediática.Para que una rueda de prensa sea fundamentalmente publicitaria, se requiere que los medios invitados acepten participar como comparsas, pues de otro modo el esperado lucimiento puede resultar contraproducente. Ahora bien, en los tiempos que corren es difícil que un medio de comunicación respetable acepte ser simplemente comparsa en una rueda de prensa, pero existe un recurso para por lo menos permanecer en la neutralidad, enviar reporteros que no aspiren a ser periodistas y cuya tarea se limite a tomar el reporte, la nota, y en caso extremo, a hacer preguntas inocuas: “¿nos puede repetir su nombre?”, “¿entonces este proyecto que usted presenta resultará exitoso?”, “¿algo que quiera usted decir a la ciudadanía?”Pero el éxito de la rueda de prensa publicitaria, aún la más cuidada, exige que el entrevistado sea capaz de manejarse en ella como el más diestro y experimentado de los toreros, y no como un chivo en cristalería que hasta la pregunta más inocente la toma como agravio personal y de inmediato se enciende, ya tuvimos un ejemplo evidente en el presidente Trump, y hay que ver cómo reporteros y periodistas de por allá, en cuanto advirtieron su debilidad, se ingeniaron para sacarlo de sus cabales y exhibirlo. Hay personajes a los que les conviene no dar ruedas de prensa.Al margen de estas consideraciones es claro que una genuina rueda de prensa busca la información, pero también el análisis y el cuestionamiento, lo cual exige tanto de entrevistados de altura como de entrevistadores capacitados, informados y documentados, conocedores de la realidad social y de sus mil vericuetos. Ningún reportero o periodista podría entrevistar a funcionario público alguno acerca de las recientes inundaciones al poniente de la zona metropolitana, sin antes averiguar toda la serie de decisiones desastrosas que las provocaron, lo cual incluye la indisciplina social y la tolerancia de gobiernos más preocupados por quedar bien que por hacer bien las cosas, aunque queden mal.Pero si se trata de funcionarios públicos y no de cantantes o artistas, se espera de ellos honestidad y capacidad para admitir aciertos y errores, menos narcisismo y más madurez política, y en el caso referido, admitir que se tardaron en responder, que no había un plan “b”, que no actuaron con energía a la hora de prever y disciplinar, a fin de cuentas, nadie está pensando que los gobernantes sean el genio de la lámpara o la infalibilidad caminando. ¿Por qué no crean un nuevo y auténtico estilo de gobierno compartido?Por otro lado, mientras reporteros y periodistas se sigan moviendo en la masa espesa de la superficialidad, la ausencia de investigación, la carencia de profesionalismo, la falta de una inteligencia crítica y bien fundamentada, seguiremos teniendo ruedas de prensa carentes de interés y de trascendencia, sin un verdadero impacto en la vida de la comunidad.armando.gon@univa.mx