En la película “Escenas de un matrimonio” de Ingmar Bergman, uno de los personajes, en medio de una crisis de pareja, cuestiona la libertad que ha tenido para elegir en ese matrimonio: “No sé si esta vida la escogimos nosotros o nuestras madres”.Se me ocurre que pasa algo similar cuando se trata de los destinos de esta nación. A veces me pregunto si en este país los ciudadanos decidimos algo o todo queda en manos de los intereses de la clase política y empresarial. Como el personaje de la película, uno es apenas un espectador obligado a soportar el infeliz matrimonio democrático en el que nada elige.Esta semana la Cámara de Diputados modificó la propuesta de reforma surgida del Senado para que, en vez de 12 días de vacaciones el primer año laboral, el trabajador goce de seis seguidos y los otros seis diferidos en un acuerdo con su empleador.La decisión de los legisladores obedeció al cabildeo de los hombres de negocios. Un puñado de empresarios decidieron por millones de mexicanos.México es uno de los países en donde más horas trabajamos, con menos vacaciones al año y menos productivo. Los especialistas sostienen que un trabajador descansado rinde más. Por eso obstaculizar la reforma no sólo afecta al empleado, en el fondo, también está en contra del propio patrón.La reforma regresará al Senado en donde debe ratificarse o modificarse, pero por ahora, parece difícil que se apruebe con los 12 días de vacaciones continuos.Ayer los diputados aprobaron el Plan “B” de la reforma electoral impulsada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Más de mil páginas votadas sin discusión y el mismo día que Adán Augusto López, titular de Gobernación, presentó el documento a los legisladores.Con más desesperación que reflexión, los diputados aprobaron nuevas reglas y criterios electorales orientados a satisfacer la vendetta personal del Presidente con el INE.Sin embargo, en la letra chiquita, el PT y el PVEM colaron algunas disposiciones que nos costarán muchos millones. La primera, la posibilidad de transferir sus votos cuando vayan en coalición, lo que aumenta el valor de los partidos rémoras. La segunda le permite a un partido mantener el registro nacional si conserva el local, y recibir financiamiento en las entidades con sólo conservar el registro nacional.Lo que según AMLO ahorraremos con esta reforma seguramente se lo regresaremos en dinero contante y sonante a los partidos políticos.En todo esto, ¿en dónde quedan los ciudadanos? Por el bien de todos, primero los políticos y empresarios.jonathan.lomelí@informador.com.mx