Estoy leyendo “Salvaje de Corazón” de John Eldredge y de lo que llevo, puedo decir que es un libro verdaderamente fascinante. Eldredge parte de la idea de que, contrario a lo que muchos creen, Dios diseñó al hombre para arriesgarse y para vivir una vida apasionada y libre, llena de aventuras. El propósito de este artículo es hacer énfasis en una idea que presenta el autor desde las primeras páginas de su libro: vivir apasionadamente y nunca perder ese niño que llevamos dentro. El sueño de todo niño desde una temprana edad es convertirse en un héroe, ser el guerrero más temido y respetado, salvar a la princesa y al reino de un peligro. Conforme el hombre va creciendo, a menudo pierde estos sueños porque el mundo le enseña que si no es cuadrado no estará viviendo de la manera “correcta”. La vida ni es, ni debería ser así. Perder al niño y las ilusiones con las que crecimos es perdernos a nosotros mismos.Me llamó mucho la atención que al principio de cada capítulo el autor incluye frases célebres acerca de cómo experimentar la vida. Entre estas, la que más me llamó la atención fue una del 26vo Presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt. Dentro de la frase, Roosevelt señala que no es el crítico el que cuenta, ni el que señala con el dedo cómo tropieza el hombre fuerte. Para él, el verdadero mérito le pertenece al hombre que está en el ruedo, cuyo rostro está cubierto de polvo, sudor y sangre; el que lucha con valentía y conoce los grandiosos delirios y las verdaderas devociones; el que gasta sus energías en una noble causa; el ser que en el mejor de los casos conoce al final el triunfo de grandes logros; y quien, en el peor caso, si fracasa, el menos lo hace arriesgándose de modo que su lugar nunca estará con aquellas almas frías y tímidas que no conocen la victoria ni la derrota. Esta frase contiene un poder de vida y una filosofía que considero que todos deberíamos adoptar. Lejos de quedarnos paralizados y ver el tiempo pasar, estamos diseñados para tomar acción y vivir al máximo. Somos parte de un mundo con muchos ruidos y poco enfoque. Conforme vamos creciendo, nuestro reloj biológico paulatinamente nos encamina a que incrementen nuestras responsabilidades, dejando poco espacio para el asombro y la imaginación. Los invito a cerrar los ojos y a pensar por un minuto su mayor sueño de la infancia. Es hora de recuperarlo. Según Eldredge, siempre debemos recordar que Dios nos creó para vivir una vida llena de aventuras y de forma apasionada. Estamos diseñados para llegar tan lejos como nuestro valor nos lo permita.