Pandemia: la obsesión por el dinero y el poder

De acuerdo con la Organización Mundial para la Salud (OMS), “se llama pandemia a la propagación mundial de una nueva enfermedad”, y a lo largo de la historia universal la humanidad ha padecido un sinnúmero de ellas de muy diferentes tipos y funestas consecuencias, al grado de que hoy en día en el mundo entero se padece una más que ya cuenta con miles de personas que han perdido la vida en diferentes países y continentes. Empero, de acuerdo con la libre expresión de la palabra y mi propia interpretación, la actual es resultado de otra obsesión más en busca de dinero y poder.

Las versiones pueden ser  -y son- de lo más variadas en cuanto al origen, creación y razón para la expansión del coloquialmente llamado coronavirus. Hay quienes aseguran que fue en laboratorios ubicados en los Estados Unidos (EU); otros más señalan que el origen se encuentra en la antigua China, pero con apego a la conciencia, se puede decir que en realidad proviene de lo más recóndito de la maldad humana, y que por desgracia perjudica mayoritariamente una vez más a los que menos tienen.

Y es que solamente en mentes enfermas de poder y ávidas de dinero puede uno suponer o concebir acciones y maquinaciones tan fuera de toda humanidad, en donde el dolor y la angustia causada les interesa poco o nada, con tal de lograr lo que ellos catalogan como alcanzar la supremacía, en un mundo cada vez más deteriorado desde todos los puntos de vista, pero sobre todo de la naturaleza que debería de ser distintivo entre los seres vivos: la solidaridad.

APUNTE

A Dios rogando (los jaliscienses), y con el mazo dando (quien contratamos para gobernar la Entidad), el cual, por una parte hace acopio de la fe y religiosidad de la ciudadanía, y por el otro aprovecha para tratar de cimentarse una vez más como el salvador de un pueblo noble por naturaleza, trabajador por convicción, pero harto de quienes hábilmente se aprovechan de cualquier oportunidad para denostar a sus adversarios -del pasado y del presente-, los mismos que alguna vez lo empoderaron y a quienes traicionó sin la menor pudicia.

Una prueba contundente es que hoy aprovecha a los medios de comunicación masiva electrónicos e impresos, que antes denostó, para difundir acciones de su Gobierno como si se tratara de una dádiva divina, cuando en realidad se trata de actividades para las cuales se le contrató y había dejado de hacer, enclaustrado en vaya usted a saber que menesteres, pero ahora espera aplausos -y votos-, a manera de “propina”, de los verdaderos patrones que no pueden ser otros más de que los ciudadanos que pagamos su sueldo…el excedente, dicen los decires, él sabe cómo conseguirlo por su cuenta.