A mediados del siglo pasado sorprendía a todo el mundo que los japoneses hicieran cámaras fotográficas tan buenas como las alemanas, o automóviles y televisores tan buenos como los europeos o los americanos... y, además, más baratos. Después llamó la atención que hicieran cine capaz de rivalizar con el de Hollywood. Se decía que eran insuperables como imitadores... Luego llamó la atención la presencia creciente de músicos orientales en las más prestigiosas orquestas sinfónicas europeas, y aun la de directores -Seiji Ozawa y Kent Nagano, por ejemplo- y solistas como la pianista Yuja Wang o la violinista Bomsori Kim, entre varias (y varios) más que ya juegan en las grandes ligas.Ahora hay que decir que las orquestas orientales -coreanas, chinas y japonesas- han aportado en las plataformas accesibles a los públicos de todo el mundo, notables ejemplos no sólo de que la música occidental ha permeado en sus gustos, sino de la calidad -lo que incluye tanto la técnica como la sensibilidad- con que pueden interpretarla.Botón de muestra, el reciente concierto (del pasado 6 de septiembre) de la NHK Symphony Orchestra de Tokio, dirigida por Paavo Jarvi -una de las más celebradas batutas contemporáneas- accesible en YouTube.El programa -muy ortodoxo, conservador incluso- habría sido imán de taquilla en cualquiera de las grandes salas de concierto europeas o americanas: abrió con la Rapsodia Rumana No 2 (menos conocida que la popularísima 1, ciertamente) de Enesco; tuvo en la parte central el Concierto para Violín y Orquesta de Tchaikowsky, con la joven Moné Hattori como solista, quien ofreció como encore el virtuosístico Recitativo y Scherzo, de Kreisler; continuó con la Sinfonía No 3 (con órgano) de Saint-Saens, y tuvo un encore colectivo adicional: el Preludio al Acto I de Carmen, de Bizet.Moné Hattori aún no alcanza el nivel artístico de Bomsori Kim, pero su Tchaikowsky es claro indicio de que va en el camino. El equilibrio y las dinámicas, para bien o para mal -el extraño prestíssimo en el clímax del primer movimiento del Concierto, por ejemplo- van por cuenta de Jarvi.Como alternativa, en lo que los semáforos epidemiológicos ofrecen la posibilidad de regresar a las salas de concierto de Guadalajara, está el Concierto para dos pianos y orquesta KV365 de Mozart, con el dúo David Salmón-Manuel Veillard y la Sinfónica de la Radio de Bayern, dirigidos por Radoslaw Szuk.(fin).jagelias@gmail.com