Vinculados a la moda en boga de escoger fechas para dizque celebrar grupos humanos, causas sociales, acontecimientos patrióticos, grupos vulnerables y otros cientos de etcétera, algunas de ellas tan frívolas como irrelevantes, el pasado lunes 30 de abril se celebró el “día del niño”. Amén de los pasteles, gelatinas y alguno que otro regalo, la ocasión se prestó para revisar cual es la “real realidad” a la que se enfrenta la niñez mexicana.Para tal efecto recurrimos a las estadísticas —los datos duros se dice ahora—. Tomando como base que la población del país asciende a los 123 millones de habitantes y que de esta cantidad el 32% son niños —se incluyen adolescentes hasta los 14 años, estamos hablando de un total de casi 40 millones de mexicanos— de los cuales muchos viven y se desarrollan corriendo el riesgo de ser cosificados en razón de la cultura hedonista que avanza y se propaga independientemente a condiciones culturales, sociales y económicas. Es asunto de revisar la plataforma de despegue usada para el desarrollo de ellos, tanto en los círculos familiares, escolares y sociales para comprobar la futilidad con la que se trasmiten los valores éticos y morales.¿Qué celebran los que celebran el día del niño? ¿Acaso el olvido, la indiferencia y los abusos, físicos y emocionales que sufren dada su condición de indefensión?, porque habremos de saber que casi 90% de esos casi 40 millones viven en tales condiciones de vulnerabilidad que se ven obligados a trabajar desatendiendo los llamados de la parafernalia de organismos dedicados a ¿protegerles?Las estadísticas nos abofetean en pleno rostro, casi un millón de niñas han sido violentadas sexualmente y cerca de 200 de ellas se reportan como desaparecidas, ¿tendremos estomago para comer el pastel y la gelatina que nos toca por la celebración del día del niño? Lo dudo será mejor pegar con el “palo” de la piñata con toda la fuerza que la vergüenza nos otorgue.Los derechos humanos a los que está comprometido el Estado según la UNICEF como el de la salud, educación, vivienda, alimentación, no discriminación, educación, discapacidad y entornos seguros y saludables para su desarrollo físico y mental, para el caso de nuestro país y sin generalizar pero si reconociendo monumentales atrasos, están convertidos en buen aparte en actitudes de intolerancia, prejuicios, inmoralidad, persecuciones, mentiras y hasta fraudes. Como si el destino de millones de niñas y niños fuere que la felicidad escapa a sus manos y que la realidad se opone a toda esperanza.Resulta deprimente que los candidatos a la presidencia de la Republica no incluyan en sus propuestas este prioritario tema que implica crear una obra altruista llena de generosidad y llegue acrisolarse con el paso de los años.¿Qué definimos cuando definimos a una sociedad? Al paso que vamos, la violencia, corrupción, mentiras, falsas promesas por irrealizables o demagógicos y sobre todo la frecuente doble moral con que se manejan los asuntos públicos y privados.Tomemos un principio infalible, dejar de hacer lo que hasta ahora con mala o sin mala fe se ha hecho sin considerarlo como fracaso sino como el inicio de hacer las cosas con rectitud y amor hacia la niñez mexicana, solo entonces tendrá sentido y dirección la celebración del DIA DEL NIÑA (NIÑO).
