Según un informe del Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo en Suecia, a pesar de que México enfrenta una intensa actividad delictiva y una lucha sin cuartel en contra de los carteles de la droga, disminuyó en 0.7 por ciento su gasto militar, colocando a nuestro país como líder regional en Centroamérica y el Caribe -número 33 en el mundo- con un presupuesto anual de 6,100 millones de dólares.Y precisamente sobre los militares, la semana pasada México Unido Contra la Delincuencia hizo público un reporte general de cinco capítulos, donde hace referencia a los efectos negativos de la militarización como una estrategia para combatir la problemática de la seguridad pública. Una de las conclusiones es que no ha habido un cambio en los incrementos de delincuencia. Por otra parte, concluye que la ampliación de funciones de los militares va en detrimento de las instituciones civiles (cuerpos policiacos y seguridad) que supuestamente tienen las mismas funciones. Y agrega que ni siquiera se han contenido los delitos, por el contrario, han aumentado de forma alarmante. Es una batalla que se está perdiendo.Desafortunadamente, la promesa -de campaña- de “regresar a los militares a sus cuarteles” por parte de López Obrador fue una orden a la inversa, porque les dio más responsabilidad, más independencia y aparentemente una menor supervisión de funciones.Hoy el ejército fuera de sus cuarteles se encarga -entre otras cosas- de la vigilancia en contra de los migrantes centroamericanos en nuestras fronteras; de asistencia en muchos programas sociales; de la construcción y administración del nuevo aeropuerto de Santa Lucía y de Tulum; edifica un parque ecológico en el Lago de Texcoco; a su cargo también las dos mil 700 sucursales del Banco del Bienestar; segmentos del Tren Maya, así como la remodelación de hospitales, además de distribuir gasolinas y medicinas en el país. En fin, se han convertido en todólogos.Recientemente, con motivo de la detención del general Cienfuegos en los Estados Unidos, muchos sectores de la sociedad manifestaron su preocupación por los efectos de la creciente influencia de los militares sobre el Estado, ya que es obvio que gracias a la presión que ejercieron sobre Palacio Nacional fue lo que motivó la intervención en las cúpulas de poder para que fuera liberado y regresado a México. Sobre este asunto, Ernesto López Portillo, director del programa de seguridad ciudadana de la Universidad Iberoamericana dijo “La pregunta que tenemos que hacer, la ruta de crecimiento de funciones, si mañana las Fuerzas Armadas van a tener más poder que el Presidente de la República”.Como un elemento de referencia sobre una situación similar -allende las fronteras-, hace apenas dos semanas en París un grupo de militares, en activo y retirados, preocupados por lo que sucede en su país, hicieron un llamado al presidente Emmanuel Macron a que reaccione ante el “desmoronamiento” de Francia por una serie de problemas internos de diferente índole, solicitando además que las Fuerzas Armadas sean ‘neutrales” en la toma de decisiones en varios conflictos.México pasa por momentos difíciles y de tensión en muchos aspectos. La militarización en muchos nichos de nuestro tejido social representa una serie de riesgos que pueden llevarnos a otros niveles con o sin consentimiento de quien habita frente a la plancha del Zócalo. ¿Usted, qué opina?.daniel.rodriguez@dbhub.net