Hace casi dos años, desde que llegó el COVID-19, que vivimos inmersos en un nuevo estilo de vida. La pandemia ha cambiado si no el orden mundial, el orden y rutina en el que éramos productivos (o al menos eso parecíamos). Cuando se empezó a ejecutar el encierro, los primeros en ser mandados a casa fueron los artistas, siguieron los deportistas y luego en fin cancelaron toda la vida social que desarrolla el ser humano en condiciones “normales”.Las oficinas mandaron a casa a sus empleados y sólo las operativas siguieron funcionando bajo normativas híper vigiladas. El resto, ya usted lo conoce. En estos dos años que he documentado de manera vivencial esta experiencia -en mi opinión traumática- he visto gremio por gremio, profesión tras profesión ser reinstalada o reubicada para continuar operando con el único propósito de seguir ejerciendo su trabajo al máximo. El artista no. Al artista se le sigue poniendo todo el peso de aquella normativa híper vigilada al no poder dar acceso al público en general. No he visto menos gente en los últimos meses en restaurantes que operan tanto en espacios cerrados como abiertos, no he visto menos gente en bares, no he visto menos gente en la vía recreativa o en fiestas. Donde sigue habiendo menos gente -aún cuando para ingresar hay que presentar la cartilla de vacunación o una prueba negative- es en los teatros.Desde un inicio entre colegas decíamos que nosotros, los artistas, seríamos los primeros en irnos y los últimos en volver. Allá hace algunos muchos meses, sonaba hasta conspiracionista mencionarlo fuera del gremio pero hoy no me cabe la menor duda de que no sólo así sería, sino que así está siendo. Yo me pregunto qué tiene que pasar para permitir un aforo completo en un teatro, yo también me pregunto -si es que la salud sigue siendo el motivo fundamental de este aforo restringido- si no basta con presentar la cartilla y/o prueba. Entiendo hoy mejor que nunca que esta pandemia fue sorpresiva no solo para nosotros como pueblo sino también para las autoridades. Pero con algo de camino recorrido e incluso un cambio de timón en la Secretaría de Cultura, no sería tiempo ya de abrir las puertas y lucir estas nuevas decisiones. En casi dos años que he seguido muy de cerca cada decisión explicada desde el ángulo de “estamos en pandemia”, no entiendo porque si seguimos en tal, sigue sin haber piso parejo para todos. Está bien, ya fuimos los últimos en volver; ahora bien y para ser precisos, ¿cuándo podremos volver al teatro o volver a las butacas con aforos completos? Piso parejo por favor, otra vez…