La normalización de las cifras de la violencia organizada que padecemos la sociedad mexicana derivada de la guerra informal, nos lleva a perder la conciencia completa de dónde estamos parados en este momento de la historia del país. No hay día que no ocurran masacres, asesinatos masivos, reportes de desapariciones, hallazgos de fosas clandestinas y centros de exterminio. Al mismo tiempo, los medios informativos y los gobiernos actualizan las cifras que va dejando este reguero de violencia que afecta a la sociedad mexicana. Pero las cifras nos dicen que México atraviesa un momento disruptivo, una grado de violencia descomunal de la que apenas tomamos conciencia. La titular de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), Karla Quintana Osuna, compareció el pasado miércoles ante una comisión de senadores de la república y presentó un diagnóstico trágico y desalentador sobre el fenómeno de las desapariciones en el país.Para empezar, el número de casos no para de crecer. Ese día Karla Quintana informó que había 92,844 cuando el mismo día en otro evento el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, situaba la cifra en 91 mil desaparecidos.Pero la cifra crece cada día: hasta ayer el Registro de Personas Desaparecidas y No Localizadas de la Secretaría de Gobernación reportaba 92,987 denuncias por desaparición de personas. A este ritmo, antes de terminar el año habrá más de 100 mil personas desaparecidas en México.La cifra es escandalosa y alarmante. Solo para ponerla en perspectiva, ubicará a México como el país con más desaparecidos en toda América Latina, incluso por encima de Colombia que reportó 80 mil desaparecidos entre 1970 hasta 2018, de acuerdo al Centro Nacional de Memoria Histórica. Hay qué recordar que Colombia vivió abiertamente una guerra civil entre el Estado y varios grupos guerrilleros.En Guatemala, que también vivió una guerra civil, se reportaron 45 mil personas desaparecidas de acuerdo a cifras del Comité Internacional de la Cruz Roja. La cifra de personas desaparecidas en México supera incluso los casos de desapariciones ocurridos en dictaduras militares sanguinarias como la de Argentina con 30 desaparecidos y la dictadura militar de Chile, que arrojó unos tres mil desaparecidos.Pero en todos estos casos en América Latina, la práctica de la desaparición, ocurrieron en contextos de violencia estatal o de guerra civil abierta y reconocida internacionalmente. Ocurrieron también, casi en su mayoría, como operativos represivos ordenados y practicados mayoritariamente por el Estado o grupos paramilitares.En México, el fenómeno de las desapariciones masivas ocurren en aparente régimen de democracia, sin reconocimiento de que existe un conflicto interno y en un contexto donde la práctica de la desapariciones es fomentada desde fuerzas del estado como de grupos violentos privados, mayoritariamente identificados con el crimen organizado. En la comparecencia ante los senadores, la titular de la CNB, Karla Quintana hizo un fuerte llamado para reconocer que no se está haciendo lo suficiente para detener la epidemia de desapariciones. México vive una crisis por desapariciones. Pero no solamente. Y así como lo han planteado las familias organizadas que buscan a sus hijos, a la crisis por desapariciones, se tiene añadida una crisis de identificación forense con la indignante cifra de más de 40 mil cuerpos sin identificar en los servicios forenses del país.A estas dos crisis, Karla Quintana habla de una tercera crisis: la de impunidad. “Si bien, dijo, que se hacen esfuerzos muy importantes en materia de búsqueda de personas, se puede concluir que hay impunidad total, que va desde la investigación hasta la emisión de la sentencia”. En materia de desaparición forzada sólo existen 35 sentencias de jueces federales y estatales, y más de 98 por ciento de casos se encuentra en la impunidad. Es decir, el Estado no está deteniendo ni encarcelando a quienes cometen las desapariciones, por lo cual quienes cometen esta práctica, siguen en la impunidad reproduciendo estos crímenes.La guerra informal que existe en México está provocando una crisis humanitaria de dimensiones de las que todavía no tomamos plena conciencia. Es hora de hacerlo y de actuar en consecuencia. rubenmartinmartin@gmail.com