El asesinato del ex militar Vany Rodríguez Méndez, quien se desempeñaba como comisario de la Policía municipal de Lagos de Moreno, y de sus dos escoltas el sábado pasado, es la muestra de cómo en ese municipio, como pasa en muchos otros del Estado y del país, los grupos de la delincuencia organizada han sentado sus reales y cumplen todas sus amenazas a las autoridades que no se someten a sus designios.En este municipio de los Altos de Jalisco, en el que operan grandes empresas y en los últimos años han llegado importantes inversiones de la industria mundial de las autopartes que lo han colocado como parte del corredor automotriz del centro-occidente del país, se empezó a conocer de los ajustes de cuentas y vendettas del narco desde hace más de una década.Primero fueron los enfrentamientos entre los sicarios de los cárteles de la droga que se disputaban esa plaza, pero luego vino la infiltración a los cuerpos policiales y la cooptación de sus gobiernos.Así, Lagos ha vivido recurrentes episodios de violencia. En agosto de 2008, por ejemplo, sicarios ejecutaron al agente de la entonces Procuraduría estatal, Víctor Tadeo Ramos Gutiérrez y el 9 de octubre de ese mismo año, cinco policías estatales murieron y tres quedaron gravemente heridos luego de un ataque con granadas frente a la gasolinera que está en el ingreso de esa población.En el 2010, la Policía estatal y el Ejército reforzaron su patrullaje en Lagos de Moreno, luego de que las autoridades municipales entrantes denunciaron que la anterior administración había vendido la plaza a Los Zetas. Como prueba de su acusación, el alcalde en turno demostró que su antecesor había permitido la intervención de la antena de radiocomunicación policial, a cambio de un soborno mensual de un millón de pesos. Así lo refirió el entonces director de la Policía de Lagos de Moreno, Juan Manuel Márquez, en declaraciones públicas: “Dicho ofrecimiento fue hecho en varias ocasiones por Álvaro Mascorro Valadéz, bajo la amenaza de que este grupo delictivo ya estaba establecido desde la pasada administración y en caso de que no sea aceptado el pago, ellos tomarían represalias. En breve se presentaron amenazas de muerte en contra de los mandos policiacos de Lagos de Moreno, Jalisco”.Alvaro Mascorro era un ex policía de Lagos que se enroló como subdirector de la Policía de Ojuelos, municipio vecino de Lagos, y quien fue arraigado en marzo de 2010 junto con 11 de sus elementos por dar protección a Los Zetas. Llegó a estar en las juntas del Consejo Regional Altos Norte, donde todos los mandos civiles y militares diseñaban estrategias antinarco.Luego de aquel escándalo, poco se hizo para evitar la infiltración delincuencial que ha permeado en aquella comunidad alteña, y que hoy controlan otros cárteles de la droga. El asesinato de Vany y sus escoltas fue también una represalia anunciada y representa otro grave desafío del narco, no sólo al gobierno de Lagos y de Jalisco, sino al Estado mexicano, que para someterlos deberá hacer algo más que decirles “fuchi” y “guácala”.jbarrera4r@gmail.com